24.6.07

Fiesta en el bosque

¿En qué momento me metí al bosque? No lo supe, pero la gente estaba del otro lado del lago, vestidos con sus mejores galas, yo también estaba muy elegante pero sólo por fuera. Soy de esas personas que gustan de observar los reflejos de un bosque sobre un lago, más si te internas un poco entre los árboles y miras desde adentro esa pantalla en movimiento que forma la superficie del agua. No correspondían las situaciones, estar de traje en medio del bosque produce confusión.

El sol se fue metiendo, pasó un avión y puede ver el reflejo de sus focos rojos y azules parpadeando. Una ardilla se movió en lo alto de las ramas de un pino e hizo que un cardenal rojo volara y se parara en una rama cerca de donde yo estaba. La irrealidad se iba mostrando poco a poco con dosis más fuertes de realidad, de mi realidad interna. Caminé un poco más hacia adentro del bosque, hacia la aparente tranquilidad que se guarda en las partes más oscuras, un rana muerta me frenó impidiendo continuar con mi camino hacia ningún lado. Mi ego seguía tratando de salvarse a sí mismo entre una tormenta de ideas muy filosas.

Las señoras sobre todo estaban muy preocupadas por alcanzar lugar en las camionetas que iban de la capilla a la fiesta, rodeando el lago. Le oí decir a alguien que caminando se hacía media hora, así que decidí caminar, luego me metí al bosque y llegué a la fiesta después que los novios. La gente estaba muy contenta cuando regresé, ellos en su ebriedad que los hacía más superfluos no notaron nada extraño en mí, y eso me hacía sentir más opaco y triste. Pero mi tristeza no me gusta compartirla, porque pierde fuerza y por lo tanto rudeza. Me senté con mis primos y casi no hablé, sólo brindaba y brindaba sonriéndoles a todos. Bailé un rato con mi mamá, y mis hermanos y primos no paraban de tomarnos fotos, yo tenía que seguir sonriendo. Hasta me parecía gracioso, aunque era una gracia con sabor a ácido. Y la soledad que ya había anunciado su visita se fue haciendo presente, entre toda una fiesta. La incomodidad de ser lo que soy, de hacer lo que hago, de no tener opción de deshacer al pasado y tener que decir la verdad, aunque cueste, aunque duela. Porque después de todo la gente siguió bebiendo y yo también, y me salía de la carpa a respirar, a ver las estrellas, a fumar un gallo, a sentir frío.

Dos noches de fiesta en el lago. Me sentía como si me hubieran metido a una cárcel donde la gente la suben a un cerro junto a un lago, una cárcel elegantísima y llena de gente dispuesta a pasarla bien, entre sus joyas y zapatos boleados.

Y si las jóvenes y guapas mujeres se me quedaban viendo con cara coqueta, sentía un insulto desfasado en sus miradas. Yo no debería de ser observado por nadie, sin importar si la corbata morada misteriosamente enredada en mi cuello se me veía muy bien. Hubiera preferido ser más íntegro cuando se trata de caminar con tranquilidad junto a alguien, tal vez la próxima vez podré suprimir los hubieras.

Los mayates entraban volando a todos lados y en su torpeza se enredaban entre los peinados o caían adentro de las copas. El mundo es así, un desorden de cosas que pasan que nosotros tratamos de mantener en orden. Las jóvenes y guapas mujeres se secreteaban entre ellas y con otros jóvenes y guapos hombres; creí que entre sus secretos y risas me seguían mirando y se estaban burlando de mí, entonces había necesidad de abandonar la fiesta de nuevo para ir a respirar, a ver las estrellas y a sentir más frío hasta que me temblaran los dientes.

Tomé una decisión. Una mala decisión. La tomé sabiendo que estaba mal. ¿De dónde le salen a uno las ganas de torcer las cosas? La irresponsabilidad engordando por mi culpa. Estoy de acuerdo que en medio de una fiesta hay cosas que se deben de decir y otras que no. Estoy de acuerdo que los jóvenes guapos y bien vestidos se digan cosas en voz baja. Tengo que estar de acuerdo que nunca le dije a nadie que lloré en la semana de Pascua pasada porque en la semana Santa me convertí por sí solo en una persona que creo todavía puedo salvar, espero que con que uno mismo lo crea baste para salvarse a uno mismo, porque nadie más se va tomar la molestia de separar la basura orgánica y no orgánica que hay en mí.

Entonces la gente se empezó a ir poco a poco, sin darme cuenta. La fiesta se fue quedando sólo con borrachos ávidos de más. Mi saco de cabrón hijo de puta se lo presté a alguien que tenía frío y no lo encontraba. Lo busqué, pues parece ser que ahora sin él no ando tan a gusto, aunque es verdaderamente un saco que aprieta.

Alguien en mi persona esta buscando ser persona todavía, mientras regreso por el camino junto al lago hasta mi casa, hasta mi mesa con un recado y unas llaves, hasta la normalidad de sentirme mal. Al menos ahora estoy mejor así, sin tanta gente tan linda a mi lado, sin el bosque nocturno listo para morderme. Con una libertad rota en las manos. Con una fiesta doble junto al lago y otras decepciones en mi haber, y no es que la fiesta haya estado mala, uno es el que inventa las estupideces que nos llevan a descender a toda velocidad por la montaña rusa, sin avisos preventivos, sin garantía de diversión. Algo en mí sigue del otro lado del lago, metido en el bosque, observando como animal de caza a mi contraparte que sigue de este lado del lago, junto a todos los demás. Ahora soy como todos, ahora ya no soy como tu. No hay ánimos para inflar los ánimos. Me quedo en el limbo un rato, procesando el desvelo, asimilando lo poca responsabilidad que queda después de partir al mar en dos, rescatando lo poca sinceridad que queda después de la cobardía. Hasta el tiempo ahora también sabe a poco. Entonces hay que ir empezando a quererme un poco a mí mismo otra vez.

Trataré de sentarme en la calle a esperar a que alguien venga y me diga algo.

1 comentario:

álvaro dijo...

La montaña rusa de los sentimientos es el último juego al que me he subido. El boleto cuesta caro y habrá a quién le guste el recorrido y tenga modo de estarlo pagando a cada rato, pero en lo personal ya vi que aunque tengo modo de pagarlo, me deja demasiado pobre y destruido al final. Estos juegos son para jugadores rudos, yo ya me quiero bajar.