5.7.07

Mudanzas

Los hogares deben de estar puestos, completos, llenos de cosas.

Y el hogar nuevo vacío, con montones de cosas tiradas frente a la entrada, frío, sin montar, un poco enlodado, con algunos muros pintados en una mala manera.

El pensamiento enredado, ahogándose. El sentimiento a flor de piel, a quema ropa. Entonces uno se vuele un poco loco, sin caer en lo paranormal.

Interiores estrechándose, exteriores descarapelados.

Las cajas vacías las fui llenado de cosas, agrupando conceptos. Pensé en poner música para alegrar la labor, pero en cuanto di un paso se me olvidó e hice otras cosas que no había pensando en hacer hasta que me acordé de seguir empacando el inmueble.

¿Cómo se llena uno de objetos o son ellos los que nos escogen a nosotros? El ventilador “Pomair” era de mi abuela, la que dibujaba los planos de las casas en cuadernos cuadriculados. La mesa baja larga de madera era de la casa de Ajijic, el florero lo compré en Tonalá a sesenta pesos. El montón de CDs de los noventa que nunca escucho. Los cuentos de Cortázar y de Lispector. Mis marcianos junto con la bandera naval japonesa enmarcados. El mueble blanco de cajones. La alfombrita del Wall Mart. La mesa redonda de equipal del estudio. El archivero azul. La silla verde. La vida transcurriendo para todos como si nada.

Días de mudanza paciente en soledad. Usar el ingenio para que quepa lo más que se pueda en un solo viaje. Muchos trayectos caminados de bajar la escalera cargado y subirla ligero, disfrutando ese pequeño premio; cargando otras cosas en el interior. Sudando hasta empapar la playera en un día nublado y fresco. Gastando energía que después no se recuperará. Desconectado, haciendo las cosas como si fuera un robot hormiga. Descansando de estar sentado, de estar pensando y saboreando al dolor.

Deberían de no pasar nada ahora, de no tener que recoger un cheque a las once, no pasar a la C.F.E. a que te finiquiten el contrato para que luego no te regresan el depósito del departamento. Mientras hay que buscar a las personas y medios para terminar de transportar el conjunto de átomos que conforman mis pertenencias.

Es la madrugada y sigue lloviendo. La mitad de mis cosas físicamente están en un lugar y la mitad en otro, entonces la situación en este caso es totalmente correspondiente con el macrocosomos que genera mi persona. Los campos magnéticos que se desprenden del pensamiento van irradiando su fuerza mientras se extienden en forma concéntrica desde la frente hacia el espacio.

Todavía quedan los muebles grandes y pesados por moverse al hogar nuevo. Otros muebles estan fuera de sitio, como si estuvieran perdidos; y los que siguen ocupando su espacio parecen desentenderse del caos. Ningún cuadro ha sido descolgado todavía ni se ha movido al espejo.

La madrugada se pone más fría, húmeda, incisiva; pero promete un amanecer al que le seguirá un día, otro día.

No hay comentarios.: