29.1.08

Señoritos únicos

A la persona A5 le está por llegar el momento de partir y no sabe todavía ordenar en su caja de apegos sentimentales qué es lo que más le afecta dejar. De los objetos y lo concreto no hay problema en abandonarlos, lo abstracto viaja gratis a donde sea; sin embargo entre todos los apegos hay uno que se refiere a las demás personas, a la persona A6 en especial.

¿Con qué se llenarán todos los vacíos que la comunicación nunca pudo satisfacer? Ojala que no se llenen de olvido.

Las cosas materiales requieren de muy poca concentración para definir sus destinos. Los bienes intangibles se quedan en el tiempo que se ha pasado invertido en compañía de A6 y de todos los B, los C y los R. Si el tiempo no pesara tanto entonces los añoros tampoco tendrían valor ni sentido, o si viviéramos en promedio el doble de lo que ahora vivimos, añoraríamos las cosas con otra visión. Es la sangre coagulada que hemos guardado de las batallas perdidas y de las ganadas la que más cuesta enterrar, dejar al rojo y aceptar al blanco porque el negro empieza a ser aburrido. Es el tiempo invertido de todo el tiempo que ya pasó lo que nos jala a mantenernos sombríos, neutros, pensativos; hay que ver también hacia el tiempo que no ha pasado, allá debe de haber mejores momentos, y claro, peores también.

¿Y si los vacíos se llenan de soledad o de vicios? Ojala que no sean tan desesperados.

La persona A5 tomará un avión hacia el verano en el hemisferio donde el agua hace remolino para el otro lado. Y allá tendrá que haber aire para seguir existiendo, un poco de sal de mar y con suerte arena, bronceador y fines de semana lejos de la soledad y los vicios. Allá seguirá la cabeza de A5 pensando en estas cosas cada vez menos y menos, llenándose de imágenes nuevas para cambiar sus pensamientos a cosas distintas. Allá habrá frutas raras, olores y sabores desconocidos. Allá está el futuro, y aquí también debe de estar, sólo que está en alguna agencia de viajes haciendo las reservaciones. Está en todos los días que se van pasando hasta que amanece y un avión te traga por horas como si fuera una ballena que vuela por los aires americanos.

¿Y si los vacíos quedan por siempre vacíos? Ojala que se vacíen entonces eternamente en el olvido.

La persona A6 en sus cosas. La persona A5 desconcentrada, pendejo en extremo. La incomunicación burlándose de ellos, como siempre. La persona A6 afanado de noche y día, la persona A5 con los B, los C y los R, pensando en los A, en A6, en el tiempo invertido, en los aviones-ballena, en el cambio de clima, en sobrevolar el ecuador escuchando a M83, en la rutina como un aliado, en las horas que ya no se pudieron compartir, en la incertidumbre de saber que posiblemente ya ni si quiera hay algo para compartir. Pero por sobre todo, pensando en todo lo que no se ha dicho. Y que seguramente no se dirá. Entonces la resignación se niega a venir en su auxilio, está resignada a continuar negando sus válvulas de escape. A5 no sabe en qué momento dejará de pensar minuciosamente, en qué momento fue perdiendo el sentido de las cosas y se dejó auto atrapar en el callejón sin salida de los sobre-entendidos.

La injusticia y la revolución francesa de borrachera juntas lejos de París. ¿Y si los vacíos crecen y se van tragando todo? Ojala entonces que la mordida sea como la de un tiburón con mucha hambre.

Hasta la ciruela pasa dice la señorita L3 cada que puede. Y A5 está de acuerdo con la afirmación, lo que le preocupan son los vacíos, los jodidos vacíos que no lo dejan dormir, que no lo dejan llorar, que no lo dejan correr. Mañana A5 se vestirá formal-casual, no habrá nadie con quien compartir el evento y eso está bien, no hay necesidad de rebotar la imagen en los ojos de nadie, basta con que el espejo dé su visto bueno y le diga a A5 que los ajuares le quedan pintados. Y las clases de 7a.m. que les dé el gobernador, el alcalde o cualquier servidor público que sea distinguido para el uso de las herramientas y programas de la comunicación gráfica, que nos llevamos a A5 de gira dicen los regios.

¿Y si los vacíos en realidad no existen? Ojala que así sea.

Entonces Madonna cumple 50 años este año. Es probable que A5 regrese hasta finales de abril pero a los campos de polo de Indio Valley. Es posible también que A5 cambie con el transcurso de los meses y encuentre su centro de gravedad. El cambio es el gran futuro, ¿no es así? Y las pocas décadas que vivimos quedan reducidas a grupos de personas como los A, los B, los C, los R y todos los demás… transcurridas en los usos horarios de las diferentes locaciones del mundo, giros y giros, recurrencias que se necesitan pero que en realidad no son necesarias.

A5 se conforma, y se conforma muy bien, con un abrazo y un frasquito de agua salada que no sea de mar, para ponerlo al sol junto a la ventana, permitiendo que el líquido se evapore y vuele, ojala que lejos.



Tomado de la distancia que no se ha recorrido y de los agujeros destapados como caries.

17.1.08

Al 100% a otro lado

Es lo que le pasa a la gente por existir.

Vamos pues a jugar a otra parte, allá también hay magos y payasos, como en cualquier lado. No escribiré más de mis propios piensos y dejaré a la ficción entrar a mi cuarto, que estará en alguna parte del sur. Vamos jugar a tener dinero y andar de viaje, arreglando cosas que a fin de cuentas a uno no le incumben tanto; salvo por las garantías, los contratos y esos papeles que la gente que existe anda firmando a cada rato.

Un, dos, tres por mí y por todos mis amigos, vamos a firmar tantos papeles como sea necesario y cruzar entre tanto una que otra frontera.

Tengo que aprender a respirar.

¿De qué sirve romper el vitral de las ideas?, el cerebro haciendo su caldo de químicos eléctricos generando algo que mueve a mis dedos sobre el teclado y muchas otras cosas adentro de mí. Todo puede exagerarse a ese grado y sentir que el aire se convierte en una masa caliente o que nadie será capaz de entendernos, adolescentes por siempre, seguimos pegados a los extremos del pensamiento. También en esa cabeza se pueden producir soluciones oblicuas y rediseñadas, con su balance de picosito y dulce.

Alguien hace muy poco me dijo que hay que dejar ir lo que sea que se traiga en las manos y abrirlas para dejar que otras cosas lleguen, y en verdad no pedí nada, ni si quiera me imaginé haciendo un gesto simbólico ni mucho menos soltando el backpack de todo lo que me ha pasado en los últimos años en esta cuidad. Y la tecnología funciona, estoy en el futuro, haciendo entrevistas por webcam desde mi cuarto.

No entiendo todavía muchas cosas pero sé que si doy los giros con atención, entonces tantos giros producirán las vueltas que todas nuestras vidas tienen que dar hasta que la ruleta deje de moverse y se cumpla el destino, haremos cuentas y existe una mínima posibilidad de que volveremos a apostar.

Mientras, pues que pasen los días con sus 24 horas. Así, despacio, parece ser que a la vida no le urgiera nada. A veces llueve y a veces hace calor, otras veces corre el aire por las calles. Y de repente se pasan dos años o diez o tres meses o cinco horas. Hasta que por ahí un momento llega y fija a los puntos base en coordenadas diferentes. Mi vida es así, y todavía tengo la estúpida idea de que la controlo con decisiones semi-sabias.

Siento, entonces estoy vivo, luego entonces estoy bien.


Tomado de los hechos (de los apóstoles, obvio).

14.1.08

¡Antepasadés!

“… la empresa de la colonización tropezó con sociedades complejas, ordenadas, dotadas de leyes, de mercaderes, de templos y de religiones, que exigían estrategias de dominación más elaboradas. Estaba a punto de estallar la guerra de las imágenes.”

Tomado del libro:

La guerra de las imágenes.
De Cristóbal Colón a Blade Runner (1492 – 2019).
Serge Grunzinski.

10.1.08

Ocho mil dos

Los movimientos no cambian, casi son idénticos, irrepetibles. Acontecen bajo el mismo método una y otra vez. Todos vamos envejeciendo, hasta los niños van creciendo y haciéndose otras personas, personas en el tiempo.

Los eventos que hacen los movimientos son por ende meras representaciones, platonismos reflejados por todas partes. La cena y la discoteca, el champagne y el güisqui de los caros, las bodas y los recién nacidos, las chichis operadas y las tías borrachas, el intercambio de regalos y el internet en el lobby, el conjunto de músicos y la ensalada con bombones y mandarinas. ¿Vamos a intentar balancear lo bueno y lo malo en todo esto? Paso sin ver. Mejor los invito a volver a la base de por qué lo bueno es bueno, por qué lo malo es malo y cuándo lo bueno es malo y viceversa. O avancemos hacia la desaparición de lo bueno, lo malo y todo lo demás.

Perdón pero he perdido el sentido de las fiestas, de desear año con año lo mejor de lo mejor. Y ¿qué irá a pasar en febrero cuando alguien necesite otro año nuevo así de pronto?, ¿cuál día será el mejor de los 365?, ¿por qué medir al tiempo en conjuntos de 365 días? Estamos ciclados, perdidos en los años de una historia que nunca empezó.

La carretera fue la pista por donde fui dejando las llantas erosionadas y la vista tratando de recolectar imágenes instantáneas como los triángulos con gallos, el sol sobre los árboles, los cerros y valles al atardecer, los pájaros en parvada. El pensamiento puesto en marcha, como el motor, con 6 cilindros, tomando curvas con el peralte suficiente para no caer al barranco. Hasta que se hace de noche y estás de regreso en otra parte, en el bosque. Traté de adivinar el lugar de la cabaña donde pasaba los veranos de mi infancia pero mi memoria se aferraba a una brecha que ahora tiene asfalto encima.

Voy enamorándome poco a poco otra vez de mí mismo y no es fácil. Algo supe en un tiempo pasado sobre no necesitar ni a conocidos ni a desconocidos y disfrutar de mis propios momentos y pensamientos. Pero para llegar a esa cima hay que caminar con poco equipaje y ahora más bien sigo buscando mis maletas en los carruseles de todos los aeropuertos que nunca he pisado. Tampoco es que lo pase tan mal; aquí está este puño de arena que guarda mi traje de baño para atestiguar los veranos que nos fabricamos en la playa. Son sólo las quejas que nos salen a los que no nos hemos encariñado todavía con el frío del invierno.

La máxima depresión continental de Euro-Asia se encuentra en el mar Caspio y creo que a menos de dos mil ocho personas les ha de importar esto.


Tomado de una persona que vive en una cuidad relativamente al noreste del istmo de Tehuantepec.