8.7.08

Galardones



Frente al desfiladero que cae a las playas pedregosas de Lima existe una plaza recreativa con la escultura de una pareja besándose. El y ella se encuentran acostados en el piso, con los pies apuntado en dirección opuesta, abrazados dándose un beso en la boca, ahí figúrense la postura. El otro día disfrutaba del Libro de la almohada de la cortesana Sei Shonagon, del cual ya he posteado un par de cosas, y del cual reitero el placer que brota al leer preciosismos tan delicados; estando sentado en dicha plaza, frente a la escultura, llegó un camión con extranjeros los cuales bajaron en manada a observar la vistas desde dicha plaza, sabrá dios de que parte del mundo eran, no logré adivinarlo dada su extraña lengua, pero podrían ser europeos del centro, en fin, a una pareja de dichos turistas se le ocurrió ponerse frente a la escultura, arremedándola se acomodaron en la forma antes explicada para darse un beso y obviamente alguien de sus compañeros les tomara una foto; la idea gustó y hubo un desfile de parejas a darse besos en el piso, entrelazados. Al final de la ronda, como de unas 8 parejas, un público estaba reunido alrededor de la plaza y hasta hubo aplausos. Creo que me emocioné yo también, aunque no aplaudí. Mi emoción fue fruto de andar leyendo a la tal Sei esa. No se todavía si recomendar este libro o no, creo que primero tendré que indagar si la persona a la cual quiero recomendarlo es susceptible a lo hermoso y paciente para contextualizarse en un mundo de Altos Nobles nipones de hace mil años. En lo personal soy bien cursi e hipersusceptible a lo hermoso, así que el Pillow Book esta pintado para gente que como yo podemos encontrarle gracia a imaginarnos una rama de cerezo en flor adornado el carruaje de las damas.

En otra ocasión acababa de fumarme el troncho habitual del fin de semana y me fui a caminar por ahí, en Lima. Iba rumbo a la Avenida Larco cuando desde lo lejos vi que la gente hacía un muro humano en el filo de la acera. Algo estaba pasando, obvio, así que me apresuré hasta unir mi cuerpo a ese muro de cuerpos para ver desfilar ante nosotros a cientos de niños, adolescentes y jóvenes en sus patinetas, fueron varios minutos de ver pasar a esas personas en sus tablas a cuatro ruedas, los que parecían ser los organizadores iban con cámaras de video documentando el evento. Fue entretenido y aunque suene ñoño a mí esas cosas me gustan por la simple razón de que son cosas que no siempre pasan.

Fui a la Ciudad de México a renovar mi visa peruana en el consulado general del Perú en el DF. El trámite es de lo más sencillo. Llegué de Lima a la T2 del aeropuerto, le entregué la maleta al papá de unos de mis compañeros de trabajo que mandó un cargamento de cosas que ya no usa, me metí al metro para salir en Polanco después de dos largas conexiones de mucho caminar y 3 líneas. Hice el trámite, se quedaron con mi pasaporte. Yendo de regreso al metro precisamente iba pensando en que sería raro encontrarme a alguien en Polanco, pues viví en esa colonia durante un año, cuando corría el 2003 de la era de nuestro señor (¿cuál señor?, quisiera yo saber). Iba con mis audífonos, después de haberme zampado unas quesadillas de cuitlacoche y flor de calabaza, cuando una señora llega y me toca 3 veces seguidas con su dedo índice en la espalda, volteo, me quito los audífonos, la señora me dice ‘Hola’ y yo en automático le digo ‘No gracias, tengo prisa’ pensando en que me quería vender algo, ya ven que en el DF te veden hasta las amalgamas de tu abuelita, la señora añade ‘soy tía de Juan, la mamá de Jimena’ y con esos datos llegó la iluminación. Nos fuimos juntos al metro, cambiamos juntos a la otra línea y después se fue. Que así mismo pasara cuando uno piensa que qué bueno sería encontrarse un montón de dinero por ahí abandonado.

Ahora quisiera bajar la guardia y saber que habrá alguien dispuesto a cuidarme aunque sólo sea por unas horas.

Sigo tratando de invertir la pobreza, el clima, los ánimos, el sueño.

¿Alguna vez has pensado en todo lo que existe en este momento alrededor de todo el mundo? El mar golpeando contra las rocas, los caños apestosos, una presa y un cazador, edificios llenos de personas con sus cosas en desorden, montañas boscosas, violines en vitrinas, cangrejos rojos, hojas cayendo, escarabajos en África, nubes, dinero perdido, cuervos inteligentes, armas escondidas, niños jugando, ruinas visitadas, adultos en aviones, pláticas banales, glúteos duros y alguien intentando alargar conceptos como la nada con resultados casi sorprendes, pero sin posibilidad de mostrárselos a nadie.


Tomado de las distinciones públicas y las disertaciones privatizadas.

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