24.3.09

Arranco

If I could do just one near perfect thing, I'd be happy.
Belle & Sebastian.

Las aportaciones al hígado le van llegando entre burbujas y perlas negras flotando invertidas en vodka, más el abundante güisqui y un cierre de cerveza refrescante. Un paso para adelante que parece amplio. La pista de baile cerca del amanecer y el baile hacia adentro, haciendo centro entre tambaleo y bamboleo. Los jugos gástricos enfrascados en disolverle el menudo. La química de la digestión atareada, mezclando al alcohol adentro de su flujo sanguíneo y el mar como si nada, soltando olas y mojando cangrejos tiernos. Rodrigo pensó, –hay que perder el coche para tratar de encontrarlo, ¿qué importa si de paso no podemos encontrarnos ni a nosotros mismos? Hay una fórmula en esto, la tengo aquí en pleno proceso de disección entre los alfileres que sostienen su piel mientras la estiran y abren más el tajo por donde saco a los órganos y dreno la sangre entre mis dedos . –Seguía a sus pensamientos un poco rezagado, apenado por su retrazo y de algún lado brotaba la cuerda para seguir con más. –Funciono cada vez menos, pero con mayor torpeza; hay mérito en eso, faltaba más. –Pensaba con una furia tímida. –Brillo. Sí, de mí sale una luz recta y no es como en la Biblia, no hay mucho para aleccionar a la humanidad en la historia difusa que le sucede a personas que acampan y llevan cierta música por dentro que los mantiene desprotegidos; es por eso que la gente cuando les habla se quedan con un grado de mudez altivo encaminado a terminar por intrigarlos, diría que de más. –Hasta ahí podía seguir manteniéndose en pie y comandando ideas, Rodrigo no parecía en realidad tan ebrio. Una noche de cohetes comparada con otra noche de globos aerostáticos en fila subiendo entre las estrellas, otra noche con otro tipo de explosiones y encima otra noche con un reloj de arena dejando pasar a los granos más rápido por el embudo; todas las noches seguidas casi en hilera de días gloriosos, y también gozosos. No quedan segundos atrapados en el pensamiento para recorrer ese ruedo de sangre cuando hay tantas palmeras haciendo sonidos por autoría del aire que mueve sus palmas; como las sinfonías primeras de los franceses en dúo electrónico perfecto. Way up in the air.

En un acto reflejo Rodrigo dio un brinco en el momento exacto en que pensó, –si Ricky Martin llegó a la verdad, es correcto vivir la vida loca. –No le daba risa pensar así, de alguna forma él se tomaba muy en serio sus pensamientos, sabía que en realidad ellos eran su verdadera compañía y que de ellos la felicidad o la tristeza podrían gotear o mandar ejércitos enfurecidos a zarandearlo en una calma espantosa como tortura bien pensada a su vida, esa vida abandonada a su suerte. Entonces cuando sus ideas empezaban a atropellarse gracias al propio ego que cada una de ellas también posee, Rodrigo tenia dominada la técnica de girar sin moverse, soltar un poco más de personalidad en un porte rebelde y socialmente aceptado, con gracia natural, casi espontáneamente; era algo intangible marinado en algún circo calibrado en el buen gusto. La forma de proceder está asegurada y hasta respaldada por el contenido. Rodrigo podía seguir brillando hasta bien entrada la madrugada, a pocos pasos de la alberca, ensimismado en un mundo creado a su medida por él mismo. Pedante sin saberlo. Iban dejando de ser necesarios los sarcasmos y ya todo se resolvía con diminutos berrinches que en realidad eran tan innecesarios como inútiles. Había que mantener un orden, una continuidad en lo que ahora le tocaba experimentar para conectar sus últimos, digamos, 9 años de vida.

El año 2000 con tres ceros y un dos como el equipo que promueve un nuevo milenio, era como tener un vida sin rasguños lista para ser liberada de su plástico protector y esperar a que durara mucho tiempo intacta, pero Rodrigo pronto la agarró y se juró experimentar a fondo con la bondad enrollada en telas de dudosos estampados tejidas con enredos y ansia. Nunca fue fácil tomar decisiones, incluso antes de que arrancara el nuevo milenio. Cerró los ojos dejando brotar una esperanza auténtica, como todo lo auténtico que fue coleccionando con la paciencia de los contadores que no precisan de una vida en sociedad. Ya no son 3 ni 5 los años de mutaciones imperceptibles, ahora Rodrigo carga con la inestabilidad de un planeta azul flotando entero para él, atado a los hemisferios de su engreído cerebro. Se esfuerza sin dolor, sus canas en la barba tienen algo que decir pero astutamente Rodrigo calla, aprieta la boca firme y sus ojos se van sobre las cosas en un primer instante con delicadeza, para después fijarse hasta romper amorosamente el núcleo interno de la cosa observada. Rodrigo no sabe tocar sin hacer daño, él mismo se ha llenado de heridas con su propia mirada en los espejos, heridas que sana con descargas binarias. Sabe que llegó el momento de levantar un castillo de adobe para ir a vomitar sus tesoros internos y resguardarlos en una codicia triangular estable. Si hay curiosos merodeando tendrán que pagar el ingreso para entrar a ver las despostilladas joyas regadas en el salón principal del castillo, Rodrigo no ha decidido si les advertirá sobre los perros mudos que los esperan agazapados en los pasillos que llevan a los aposentos. –Hay que defender a la libertad, al libre albedrío, a la justicia ciega, al poder de decisión, a la curiosidad y a los bastones. Contra la soledad estéril, contra la pérdida total de las buenas intenciones, contra la vigilia en plena guerra. –Se exalta a sí mismo y luego se va tranquilizando con un sueño prefabricado de relaciones perfectas, de abismos cerrados en diálogos fuera del mensajero electrónico. No quiere ceder, Rodrigo ni si quiera puede ceder. No sabe. No conoce nada más allá de su terquedad obstinada.

Se concentra con una fuerza que parece extraterrestre y medita en absoluta discreción, –no hay lágrimas, ya no hay lazos rotos, no hay eventos familiares insoportables. Todo se esta invertido como nebulosas que emergen de la eternidad y las cosas suceden de otra forma, de una forma casi nueva, casi disfrutable, casi como entrometiéndose en mi vida con una sonrisa opaca como tarjeta de presentación irrevocable. –Tengo que estar atento, no puedo sentarme y sólo soportar al calor. La gran esperanza es el cambio, alguien me lo dijo o le leí en algún lado; de cualquier forma tengo que encontrar la clave para demostrarlo. –La respiración le subía agitada, sí, había vuelto a abrir las llaves del entusiasmo moderado. –I’m gonna be good. I’m gonna be fine. I’m gonna be loved. I’m gonna be happy. –Cerró las entradas, apretó los párpados, tomó todo el aire que pudo y Rodrigo, en medio de una sencillez absoluta, empezó a sentir una felicidad muy débil.


Tomado del nacimiento de Rodrigo; de ti y de mí y de todos los que conocemos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Señales de Humo

Cuando estás en el filo de lo oscuro
y le rindes honor desde tus huesos
cuando el alma purísima del ocio
pide socorro al universo inútil
"cuando subes y bajas del dolor
mostrando cicatrices de hace tiempo"
cuando en tu ventanal está el otoño
aún no te despidas /todo es nada /
son señales de humo / apenas eso

tu mirada de viaje o de desiertos
se vuelve un manantial indescifrable
y el silencio/ tu miedo más valiente/
se va con los delfines de la noche o con los pajaritos de la aurora/
de todo quedan huellas/pistas
/trazas/muescas/indicios/signos/apariencias/pero no te preocuopes
todo es nada, son señales de humo
apenas eso

no obstante en esas claves se condensa una vieja dulzura atormentada
el vuelo de las hojas que pasaron
la nube que es de ámbar o algodón
EL AMOR QUE CARECE DE PALABRAS
los barros del recuerdo/la lujuría
o sea que los signos en el aire
son señales de humo/pero el humo
lleva consigo un corazón de fuego.


De la inspiración de M.Benedetti
para Álvaro

álvaro dijo...

descanse en paz