15.4.09

Kevin Cey



La belleza es el enemigo.

Oh canción de cuna flaca, insípida, de queja. ¿No vemos la carne arrancada de las incontables criaturas bellas? Y ellos se convierten en comida de mi grotesca perdición. Todos los cuerpos requieren comida, es su derecho.

Profanados, profanados, profanados están. Aquellos que permanezcan en la superficie, háganlo bajo su propio riesgo. Aquellos que se sumerjan debajo de la superficie glorifiquen lo grotesco, glorifiquen lo grotesco, arrancando la fealdad para hacerla su heroico estándar, la fealdad mi bandera, la fealdad mi bandera.

Están avisados. Ustedes están estropeados, desfigurados, escasos.

Tu desesperación es devoción desfigurada. La belleza es el enemigo. La aceptación de la fealdad es la redención de la vanidad. No hay belleza, sólo fealdad. No hay glamour, sólo raspones horribles. Todo el romance desfigurado. Todas las mañanas monstruosas. Oh belleza, nuestro enemigo. Ellos son los elegidos a los que las cosas grotescas les darán placer.

Verborrea genocida, casi asintiendo. La fealdad es una forma de genialidad.

¿Puedes escucharme ahí fuera?, ¿puedes escucharme ahí fuera? Me acuerdo de esa.

OK bien, ahí está tu mensaje.


Tomado de la música para los gatos por gracia de H. B.

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