16.11.09

Actuar en distancia

Actio in distans. Sobre los modos de formación teleracional del mundo.
por Peter Sloterdijk.


Hay que llamar la atención sobre un engaño omnipresente: mis pensamientos son invisibles para los demás; mi cabeza es una caja fuerte llena de imaginaciones y sueños, que yacen sellados en mí; mis reflexiones dan para un libro que nadie más, excepto yo, puede leer desde afuera; mis ideas y conocimientos me pertenecen exclusivamente, transparentes para mí, impenetrables para los demás y todo esto hasta un grado en el que tal vez ni siquiera bajo tortura sería capaz de compartir con los demás lo que yo sé: este síndrome de representaciones sobre el ocultamiento de pensamientos en el sujeto pensante, cobró importancia en la historia contemporánea de la ilusión privada que nunca debe ser subestimada.

"Durante la mayor parte de la evolución, casi la totalidad de lo que cada persona pensaba y sentía era en tal grado transparente para su entorno, que se asumía como si fueran vivencias propias. La imaginación de las representaciones privadas (que deberían ser transmitidas mediante formulaciones explícitas) no tenía apoyo en la experiencia o en el concepto espacial social: aún no había para cada uno celdas o apartamentos, ni en las arquitecturas imaginarias, ni en las arquitecturas físicas de la sociedad.

"En grupos pequeños, que viven bajo la ley de la mutualidad, el quehacer del uno es el quehacer del otro; también los pensamientos de unos son generalmente los pensamientos del otro. En un mundo así de permeable, la accesibilidad de los otros en situaciones estándar no suscita problemas. Telecomunicadores y mediamáticos literalmente no tendrían nada que hacer, porque las antiguas hordas humanas eran en sí mismas asociaciones mediamáticas puras.

"Esto es también válido para las arcaicas "culturas de la vergüenza", en las que a cada uno le habría gustado volver invisible su interior, porque sufrían bajo la exposición extrema de sus afectos ante la sensibilidad de los demás. El poderoso afecto de la vergüenza es en sí mismo sólo un sedimento evolutivo de la imposibilidad de ocultar el interior ante la sensibilidad de los otros. Los pensamientos privados aparecen desde el punto de vista paleo-psicológico como un absurdo completo. La idea de que existe un interior protegido en el cual el individuo puede cerrar la puerta tras de sí y logra expresarse y reflexionar a sí mismo, no aparece antes del primer giro individualista propio de la Antigüedad. Sus publicistas fueron los hombres, conocidos primero con el nombre de sabios y luego como filósofos, antecesores de los intelectuales modernos y del single posmoderno. Ellos, los inventores del apartheid psicológico de lo individual, dieron una nitidez revolucionaria a la idea de que el pensamiento verdadero sólo es posible como un pensar propio y distinto-al-tonto-pensar-de-las-multitudes. De sus impulsos se deduce el efectivo y amplio modelo-de-la-clausura-en-la-cabeza, cuya perspicacia política se conoce: los pensamientos son libres, nadie los puede adivinar.

"Esta fórmula del liberalismo alemán del siglo XIX significa, en consecuencia, que tan sólo los pensadores de pensamientos nuevos e inesperados son invisibles para los celadores de los pensamientos convencionales. En el mundo de los pensamientos nuevos, el axioma de que los pensamientos del uno también son los pensamientos del otro, pierde cada vez más validez: lo que yo mismo no pienso y nunca he pensado no puedo adivinarlo en los demás. En sociedades diferenciadas, otras personas tienen en efecto otros pensamientos en la cabeza. Y por eso mismo, en esta clase de sistemas se infla la telecomunicación: ésta expresa el nuevo contenido, en el sentido de que la transferencia de pensamientos entre extraños ya no es posible en la forma de la empatía participativa, sino mediante comunicaciones explícitas que superan las distancias y por las que los participantes pagan altos precios a partir del uso de los sistemas de símbolos –sólo hay que pensar en los enormes costos de la alfabetización inicial–, costos que hoy en día todos tratan de reprimir, porque ya han sido socializados en un cien por ciento. (Si el alfabeto fuera tan caro como una red telefónica, se ahorraría decididamente en las palabras escritas).

"En sociedades diferenciadas, con distintos trabajos y pensamientos, son los psicoterapeutas los encargados del entretenimiento y los proveedores de redes los que se deben ocupar de que los individuos no caigan demasiado profundo en la privacidad patológica de sus pensamientos y sentimientos. Sólo hay que recordar que lo privado patológico fue pensado, desde 1900, como lo inconsciente. Eso era hasta un cierto punto plausible, mientras que se pudiera explicar que algunas categorías de lo inconsciente se crean mediante las transferencias de pensamientos de un emisor a un receptor, en las que el sujeto del receptor queda excluido, de tal manera que el individuo no sabe lo que le fue transferido. En este sentido, el concepto de lo inconsciente correspondía a la modernización de la obsesión y la psicoterapia al exorcismo de lo moderno".


Tomado de un mail que me mandó mi hermano.