14.3.10

4

Los valores, lógicamente formales o existenciales, difusos o rigurosos, que van ligados a la palabra ‘verdad’ están enredados en unas coordenadas históricas, ideológicas y filosóficas, en ‘paradigmas’ fluctuantes, siempre susceptibles a ser revisados o descartados.

[...]

Cuando más feroz es la presión del pensamiento, más resistente es el lenguaje que lo recubre. El lenguaje, por decirlo así, es enemigo ideal monocromo de la verdad. [...] Los seres humanos no podían resistir sin lo que Ibsen llamó ‘las mentiras de la vida’. [...] Algunos destacados filósofos, a su vez, han intentado hacer sus expresiones lingüísticas lo más ‘matemáticas’ posible, lo más inmunes posible a la rebelde alegría del lenguaje natural. Pero, ¿cuántos Spionazas, cuántos Freges o Wittgensteins hay, y hasta qué punto han prevalecido hasta estos ascetas de la verdad? Al ponerse el sol, Sócrates cantó.

Esta fundamental antinomia entre las pretensiones que el lenguaje tiene de ser autónomo, de estar liberado del despotismo de la referencia y la razón –pretensiones que son fundamentales para la modernidad y la deconstrucción–, por una parte, y la desinteresada búsqueda de la verdad, por otra, es un cuarto motivo para la tristeza (Unzerstörliche Melancholie).


'Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento' de George Steiner.

No hay comentarios.: