16.3.10

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[...] Aquí, casi todo sigue estando basado en conjeturas. Pensar tiene inconmensurables consecuencias, pero la inferencia de un contínuum directo es, como enseñó Hume, indiferencial. No se puede demostrar que sea directamente causal. La gran mayoría de los actos y gestos habituales se realizan ‘sin pensar’. Se ejecutan instintivamente o a través de reflejos adquiridos.

[...] Podemos tenerlo todo abrumadoramente a nuestro favor, la inducción puede parecer casi contractual e infalible, pero esperar, tener expectativas o esperanza, es un azar. Y su única certidumbre es la muerte. [...] Un revelador vacío, una tristeza de la saciedad sigue a todos los deseos satisfechos (Goethe y Proust son los despiadados exploradores de esta accidia). El célebre abatimiento post coitum, el anhelo del cigarillo después del orgasmo, son precisamente las cosas que miden el vacío que existe entre la expectativa y la sustancia, entre la imagen fabulosa y el suceso empírico. El eros humano es pariente cercano de una tristeza hasta la muerte. [...] Tales son las fallidas correlaciones entre pensamiento y realización, entre lo concebido y las realidades de la experiencia, que no podemos ni vivir sin esperanza –como dijo Coleridge, “Trabajo sin esperanza recoge néctar en un cedazo, / Y esperanza sin un objeto no puede vivir”- ni superar el dolor y la burla que conllevan las esperanzas fallidas. ‘Esperar contra toda esperanza’ es una expresión vigorosa pero en última instancia condenatoria de la sombra que arroja el pensamiento sobre la consecuencia.

Una sexta Ursache o fuente de la tristitia.


'Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento' de George Stainer.

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