29.7.10

Aplica

Un parche en la espalda baja documentado casi en secreto, me convierto en una especie de Leonardo di Caprio estúpido, tapatío frente a una cámara, tímido y forzado. La tranquilidad en un papel con letras, números y signos impresos, ahí está el hechizo que me hará dormir ahora en paz. Sello y firma confirman solamente lo que no es una sorpresa. Cuando estamos preparados, cuando no es una sorpresa, lo único que pasa es que la realidad se acomoda de una forma nueva sutilmente en el cerebro, en solitario, en automático, reflejo instintivo. El mundo para todos los demás no varía en absoluto o varía de acuerdo a sus propios principios. Miro hacia adelante, el tiempo es un acordeón que juega a estirarse y comprimirse. Lo dije ya, no tengo miedo, no tengo porqué tenerlo, esto no tiene nada que ver con la valentía. Una vuelta de tuerca, es todo. Una recompensa ganada, la información efectivamente es poder. Los niveles todavía arriba, las próximas observaciones en camino, los nuevos planes y la falta de lógica como algo normal. La única certeza que todos tenemos en la vida toma un matiz más claro, más real. Me asombra el hecho de que piense en planes de todo tipo, regidos al corto, medio y largo plazo; ahora tengo que tener todo tipo de planes ya que no se sabe en qué momento se resbalará en la tina para morir desnucado. Aquí es cuando lo positivo se convierte en positivo de verdad. Ahora paso a otro conjunto donde supuestamente estamos millones de personas, mi soledad confundida se replega en el piso del closet de las estadísticas. Voy a ser transparente, hasta donde pueda. Voy a aparentar que aprendí a perdonar, hasta donde pueda. Mis rezos a Tláloc de nuevo van rumbo a las nubes y el mar, a ver si me concede ver directo a los ojos de la gente que con seguridad estará a mi alrededor sin escupirles en la cara.

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