28.10.11

Voluntad

El que la esencia del individuo sea su voluntad, es lo que presta a Schopenhauer su convicción de que la cualidad moral del individuo es siempre la misma: una cualidad innata; una esencia inmutable a la que, siendo su ser, no puede escapar el individuo. Nuestro hacer está determinado en este modo de ser y con él, y no es más que el medio a través del cual llegamos a conocernos paulatinamente nosotros mismos. Las distintas acciones no se deciden cada vez de nuevo y según ellas mismas; no es, como pretenden las construcciones kantianas, que la voluntad entre en cada caso con una decisión exclusiva para aquel momento y nacida en él, sino que, porque somos como somos, es por lo que la decisión tiene que ser así necesariamente. Con esto queda negada la exigencia del deber y su incondicionalidad. Pues sáquese ésta de la profundidad que se quiera de la razón y de la conciencia del que obra, siempre resultará que es una cosa exterior a la voluntad que ha de tomar la resolución definitiva, apareciendo frente a ella siempre con un: Quieras o no quieras, ha de ser así. Y esto carece de sentido cuando la cualidad de la voluntad a la que se refiere el deber está de antemano fijada de un modo inmutable. La frase fichteana: “El que diga no puedo es que no quiere”, expresa la flexibilidad inagotable del alma, capaz de satisfacer todas las exigencias morales, sean las que sean, y por esta razón es el correlativo del imperativo categórico del deber que, salido del mundo de los valores, rige en la realidad, obedézcalo ésta o no, porque es su propia última instancia y saca de sí misma su legitimación, y no de la realidad. Con esto se suprimen todos los obstáculos que, nacidos del ser individual originario del alma, pudieran oponerse al cumplimiento de la ley; pero al mismo tiempo se crea una dificultad que para los conceptos resulta muy difícil de superar. Pues aquel deber autónomo antepuesto a nuestra voluntad ha tenido que ser ya querido de alguna manera por nosotros, porque si no, flotaría en el aire sin ningún punto de apoyo en nuestro interior; para que pueda ser una norma de nuestra voluntad es preciso que nosotros lo queramos. Cuando Kant asigna a nuestra “razón pura” el papel de presentar a nuestra “voluntad” este imperativo nacido del mundo ideal, no resuelve en realidad el problema, limitándose a darle una formulación. Confieso que no conozco ninguna explicación plástica bastante clara de este proceso espiritual en el cual sentimos que todas nuestras facultades volitivas se rebelan contra un de deber que, sin embargo, tiene que ser al mismo tiempo de alguna manera un querer, puesto que al cabo, y sin que aquellas resistencias disminuyan, terminamos por seguirlo. Quizá nos hallamos ante uno de esos procesos fundamentales que no podemos comprender en su unidad, sino sólo podemos describirlo por un círculo entre dos elementos. El querer es dirigido por el deber, pero el deber tiene que ser a su vez un querer. O quizá en estas representaciones del deber y en su significación, que unas veces es insignificante para nuestras acciones y otra veces lo arrolla todo, esté latente una forma de energía espiritual, cuya naturaleza especial no coincide con la de la llamada voluntad.

"Schopenhauer y Nietzche" de Georg Simmel.

15.9.11

Las 10 estrategias de manipulación de Noam Chomsky

El lingüista Noam Chomsky elaboró la lista de las “10 Estrategias de Manipulación” a través de los medios.

Resumen:

1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales”.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad”.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos.

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto.

9. Reforzar la auto-culpabilidad. Hacer creer al individuo que él es solamente el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. ¡Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

28.7.11

Himno

No renuncio a mis tesoros ni los comparto. La fortuna de mi espíritu no será fundida en monedas de bronce ni arrojada a los vientos como limosna a los pobres de espíritu. Yo guardo mis tesoros: mi pensamiento, mi voluntad, mi libertad. Y el más grande de ellos es mi libertad.

No les debo nada a mis heramos, ni ellos tienen deudas conmigo. No le pido a nadie que viva para mí, ni yo vivo para nadie. No codicio el alma de nadie, ni mi alma debe de ser codiciada por nadie.

No soy enemigo ni amigo de mis hermanos, pero cada uno de ellos deberá merecerme. Y para ganar mi amor, mis hermanos deberán haber hecho algo más que simplemente haber nacido. No daré mi amor sin motivo a cualquier oportunista que lo reclame. Honro a los hombres con mi amor. Pero el honor es algo que debe de ser ganado.

[Ayn Rand]

24.7.11

Número de serie

[LJNDR-057-D2311-JN-PMM-PCH2]

El estadío entre algo más que solo sexo y algo menos que el amor, los reprimidos en los límites del sexo y/o del amor y los expulsados a la región de las mañas y otras curiosidades. No queda más que seguir bailando, suavecito.

Estoy bien, después de todo estoy bien. Y bailo suavecito. La alegría de vivir que la señorita A. tanto pregona; bailar en la terraza la música que te gusta, todo limpio de nuevo, la casa sola, las plantas y las hierbas contentas. La pasión de respirar y sudar. El internet inalámbrico y el Fisher hecho para durar.

Las mañanas siguen de buenas y no es de a gratis. Tú dándo la vuleta por la puerta hacia afuera de la habitación y veo tu cuerpo desnudo en movimiento encendido por una luz rosa-dorada. Es el amanecer, el momento perfecto para las fotografías de la memoria.

22.7.11

Soundcheck

Tanto tiempo saltando demonios, Rodrigo hasta vuela, pero siempre obediente a Nietzche.

El destino se crea a sí mismo constantemente en forma de aprendizaje forzoso, como un bonito pez dorado dando vueltas en su turbia pecera hasta que le cambian el agua. Las avalanchas de los finales en el límite de las circunstancias y nuevas glaciaciones en el horizonte. ¿Dónde queda el peso de la parte que cada quien juega en los rebotes que a veces no pasan la red? La configuración emergente del yo diluyéndose en todas esas pruebas de control, ritmo, solvencia y acrobacia del pensamiento diagonal y el sentimiento intempestivo. Sí, los años cuentan al tiempo y el segundero de algo sirve, alguna solución aunque sea tibia se debería de poder proveer.

Pero y las grietas, ¿cómo se cierran?, ¿o solo se rellenan de soledad?

Llegar a los 30 habiendo vivido el doble de tiempo, o solo casi una tercera parte del mismo. O simplemente cumplir números múltiplos del cinco de darle vueltas al sol. Rodrigo se marea. Un último clavado en la zona de confort antes de partir a cazar Pie Grandes en el valle frente a los volcanes que se supone deben seguir siendo de los aztecas o por lo menos de los nuevos aztecas globalizados. ¿Por qué no escribir una novela con el desarrollo ficticio de ésta historia real? Sería algo metasagrado, pero no gracias, a Rodrigo no le ajusta el ingenio.


Rodrigo y sus demonios van a poner a prueba al engranaje social, al sistema macroeconómico y al fundamento de la fe; van a cocinar una barbacoa en pozo en la cumbre del Olimpo. Y no estamos invitados.

25.6.11

La punta del iceberg

Decreto interino del proyecto de vida número 13,566:

El que tiene que hacer las cosas de una nueva forma soy yo, o tal vez todos. Es momento de decretar al desapego como fundamento escencial de la libre convivencia entre el ego y el uno mismo; mental y corporalmente. Llamar a la Comisión Central para pedir más instrucciones.

28.4.11

URSSS

A pesar de todo, la Revolución es una marejada que todo lo barre a su paso. A pesar de todo, la Comintern confía en mí. La Revolución no necesita individuos sino "miembros" que le permitan triunfar.

Toda sonrisas, Iulia Sokolova, en un vestido de percal blanco, me abordó en los vestidores del deportivo de Samarski. Llevaba un sobre que dejó en mi locker; contenía mis instrucciones y una rosa roja que puse en el ojal de mi nuevo traje cuando fui a bailar a un sótano de Rabat, a dos cuadras de la Escuela Lenin, con Sasha, el Komsomol rubio como los trigales de Ucrania en agosto, que me regaló la Comisión de Control de la Comintern.

Ya no eres Stefan Leonard Dąbrowski de Poznań; ya no eres el estudiante del colegio jesuita de Santa María Magdalena; ya no eres el campeón de la Espartaquiada de 1925; ya no eres hijo de Dariusz Dąbrowski; ni eres hijo de Justyna Dariuszowa Oźarzewska, Madame Jus. Ya no tienes nombre ni madre. Eres un página en blanco sobre la cual la Revolución Proletaria Mundial escribirá su misión. A partir de ahora, no eres nadie. Desde esta hora y hasta la hora de tu destitución, eres un obrero entre mil obreros, un luchador entre mil luchadores, un guerrillero más en la avanzada de la Revolución Mundial.

Firma aquí, de conformidad, la obliteración de tus señas de identidad. Stefan Leonard Dąbrowski.

Tomado de: '-Traidor, ¿y tú?' de Olivier Debroise.

24.2.11

Lo ven a uno y creen que es fácil

Yo podría tenerte con mi cuerpo y mi alma. Esperaré aunque sea años a que tú también tengas cuerpo-alma para amar. Todavía somos jovénes, podemos perder algún tiempo sin perder la vida entera. Pero mira a todos a tu alrededor y ve lo que hemos hecho de nosotros y de eso considerado como victoria nuestra de cada día. No hemos amado por encima de todas las cosas. No hemos aceptado lo que no se entiende porque no queremos pasar por tontos. Hemos amontonado cosas y seguridades por no tenernos el uno al otro. No tenemos ninguna alegría que no haya sido catalogada.

Hemos construido catedrales y nos hemos quedado del lado de afuera, pues las catedrales que nosotros mismos construimos tememos que sean trampas.

No nos hemos entregado a nosotros mismos, pues eso sería el comienzo de una vida larga y la tememos. Hemos evitado caer de rodillas delante del primero que por amor diga: tienes miedo. Hemos organizado asociaciones y clubs sonrientes donde se sirve con o sin soda. Hemos tratado de salvarnos, pero sin usar la palabra salvación para no avergonzarnos de ser inocentes. No hemos usado la palabra amor para no tener que reconocer su contextura de odio, de amor, de celos y de tantos otros opuestos. Hemos mantenido en secreto nuestra muerte para hacer posible nuestra vida.

Muchos de nosotros hacen arte por no saber cómo es la otra cosa. Hemos disfrazado con falso amor nuestra indiferencia, sabiendo que nuestra indiferencia es angustia disfrazada.

Hemos disfrazado con el pequeño miedo el gran miedo mayor y por eso nunca hablamos de lo que realmente importa. Hablar de lo que realmente importa es considerado una indiscreción.

No hemos sido puros e ingenuos para no reírnos de nosotros mismos. Hemos sonreído en público de lo que no sonreíriamos cuando nos quedásemos solos. Nos hemos temido uno al otro, por encima de todo. Y todo eso lo consideramos victoria nuestra de cada día. Pero yo escapé de eso, escapé con la ferocidad con que se escapa de la peste y esperaré hasta que tú estés más preparada.

Clarice Lispector.
1969.

7.2.11

El amor y otras catástrofes

Esta reducción de todos los valores personales a la instancia metafísica que fundamentalmente no conoce más que placer y dolor, y de hecho sólo dolor, culmina propiamente en la afirmación de que todo amor es compasión. Puesto que la sustancia de la vida de los seres es el dolor, los actos del amor no pueden ser otra cosa que la mitigación de los dolores de los otros. Así, el conocimiento del dolor ajeno, que en virtud de la identidad del ser sentimos como igual al nuestro, es el motivo de todos los sacrificios, el motivo para el cual el amor no es más que un nombre peculiar. Se ve aquí claramente cómo han sido forzados los hechos lógicos y sicológicos, por la tendencia a reducir a la unidad el dolor individual. Pues si el amor no fuera otra cosa que compasión ¿cómo la diferenciaríamos de aquella compasión a la que no calificamos de amor? Quizá adquiriese un sentido más profundo el principio de Schopenhauer si se lo invirtiese diciendo: toda compasión es amor; si así fuera, se explicaría el misterio del amor en un sentido no muy distinto al cristiano, incluso en la relación con los enemigos, con los indifrentes, con los despreciados, mostrándose así como posible elemento de unidad en todas las relaciones humanas, ya que de ninguna de éstas se encuentra excluida la compasión; sólo que Schopenhauer tenía que rechazar esto, porque con ello se crearía un valor irreductible a su explicación del mundo. Y, por lo tanto, queda en pie la cuestión de cómo separar al amor que es compasión de la compasión que no es amor. Por eso, junto al amor que es compasión aprace como específicamente distinto el amor como amor, y nada más, a la manera de un último elemento del mundo y del valor. Y al no querer admitir esto Schopenhauer, por las razones ya indicadas, profesa un error que yo creo ver en todas las representaciones corrientes del amor. Cuando el amor es correspondido, y parece llegar así a la perfección a la que según su escencia y sentido está destinado, el lenguaje usual lo llama “feliz”; con esto se expresa que el amor, según su directiva interior, está destinado a terminar en un sentimiento de felicidad; sólo cuando es convertido en felicidad ha realizado su idea, mientras que, cuando la falta de correspondencia trunca el desarrollo, cuando no puede desplegar todas sus posibilidades, se le considera como “desgraciado”. Pero con esto me parece que queda destruida la propia significación del amor, incluso como fenómeno interior, en beneficio de una manifestación secundaria. En la serie de los acontecimientos de la vida interior el amor se presenta como una cosa valiosa en sí, como una gran acontecimiento, y el que llegue o no a su perfección plena no depende en modo alguno de que sea feliz o desgraciado, sino de la propia constitución del sujeto, que le da la suprema medida, a veces en uno de estos casos, a veces en el otro. El doble sentido de la felicidad coloca al amor en una dependencia completamente equivocada respecto a su reflejo eudemonista, y el amor aparece en su propia significación y desarrollo como rudimento, como algo que no alcanza toda su significación sin llegar a ser feliz. Que el valor que el amor posee para el alma y que ayuda a conseguir al alma sea determinado por el eco que encuentra y por los reflejos sobre el mismo, y que vaya acompañado de distintas sensaciones eudemonistas es indudable; pero, por encima de todo esto, su valor subsiste como algo único e independiente, como una función de la vida que le da a ésta una nueva e incomparable significación, y que puede unirse en todas las combinaciones posibles con la felicidad y la desgracia, sin perder por tales combinaciones la sustantibilidad de su significación.

"Schopenhauer y Nietzche" de Georg Simmel.

17.1.11

Si ya saben cómo soy, ¿para qué me invitan?

La entrada triunfal es un arco vacío, resquebrajado por dentro y bien pintado por fuera. La gente lo visita pues Rodrigo tiene algunos genes que le dan cierto impulso en la mercadotecnia de la selección natural entre las especies. Hay que saber cotizar en la bolsa de los valores sentimentales, medir el terreno, pesar el riesgo, ignorar al otro como método, rayar las rutas secretas del amor en el mapa de la experiencia. Vamos a jugar a ser novios, vamos a tratarnos bien algunas pocas noches en un castillo frente al mar que tenga un puente colgante hacia una isla privada.

Hace unas pocas noches atrás había constelaciones en el cielo, un alberca en paz en aquella casa empotrada en el cerro frente al mar y frente a una isla en el centro de la bahía. Había cierta hiperactividad en la forma en cómo todo transcurría, remolinos de ideas que se mezclan con sentimientos en contraposición con la necesidad de abrazar a alguien, de intentar no perder la capacidad de hacer sentir bien a otra persona, con costos inmediatos de fácil acceso. Rodrigo formula una ecuación exponenciada a una química psicodélica al verificar los estados actuales de la honestidad como regla. Aunque en realidad fue necesario recalcular los límites de la honestidad para saber hasta qué punto se puede ser transparente. Nuevos dilemas.

Tuvo la idea y Rodrigo se paseó por toda la casa para apagar las luces, las estrellas y las nubes empezaron su transformación, la atmósfera puso todo de su parte y pasaron toda suerte de cosas, como es natural. No es cierto que Rodrigo ya tenía todo resuelto y por otro lado es cierto que aunque lo tuviera resuelto estaría con las mismas dudas; pero lo que en esta ecuación sobresalen son todas las interacciones entre las variables no controlables, las soluciones no encontradas, las respuestas escondidas y fue cuando se hizo conveniente abrir un expediente que contenga todas las pruebas de por qué con el amor no se juega. ¿Cómo puede existir el amor a primera vista? Para Rodrigo eso es algo inexplicable y por ende inconcebible. La situación estaba servida en charola de oro sólido, no fue tan difícil hacer una estrategia simple y concreta, recibir la aceptación y empezar la partida. ¿Quién hubiera pensando que alguien estaría defendiendo al amor en serio? Rodrigo ya perdió un par de veces, se retiró y volvió para perder de nuevo. Ya no quiere jugar, se conforma con un blog como terapia que explore la PNL como placebo de ciertas desfiguraciones sicológicas y dejar constancias que den fe de su aventura en el regreso hacia las relaciones interpersonales.


El resultado es patético, es el cuarto frío con la cama revuelta y abandonada. Es el anuncio imaginario en la base del cerebro donde una voz femenina dice con tono firme y amable: “Damas y caballeros, hemos empezado nuestro descenso, habrá considerables turbulencias durante el mismo por lo cual les rogamos permanecer en sus lugares en todo momento, ajustar sus cinturones y revisar sus tarjetones de seguridad que se encuentren colocados en las bolsas de los respaldos frente a ustedes. Aterrizaremos en el centro de la Tierra, gracias por volar con nosotros.”