17.1.11

Si ya saben cómo soy, ¿para qué me invitan?

La entrada triunfal es un arco vacío, resquebrajado por dentro y bien pintado por fuera. La gente lo visita pues Rodrigo tiene algunos genes que le dan cierto impulso en la mercadotecnia de la selección natural entre las especies. Hay que saber cotizar en la bolsa de los valores sentimentales, medir el terreno, pesar el riesgo, ignorar al otro como método, rayar las rutas secretas del amor en el mapa de la experiencia. Vamos a jugar a ser novios, vamos a tratarnos bien algunas pocas noches en un castillo frente al mar que tenga un puente colgante hacia una isla privada.

Hace unas pocas noches atrás había constelaciones en el cielo, un alberca en paz en aquella casa empotrada en el cerro frente al mar y frente a una isla en el centro de la bahía. Había cierta hiperactividad en la forma en cómo todo transcurría, remolinos de ideas que se mezclan con sentimientos en contraposición con la necesidad de abrazar a alguien, de intentar no perder la capacidad de hacer sentir bien a otra persona, con costos inmediatos de fácil acceso. Rodrigo formula una ecuación exponenciada a una química psicodélica al verificar los estados actuales de la honestidad como regla. Aunque en realidad fue necesario recalcular los límites de la honestidad para saber hasta qué punto se puede ser transparente. Nuevos dilemas.

Tuvo la idea y Rodrigo se paseó por toda la casa para apagar las luces, las estrellas y las nubes empezaron su transformación, la atmósfera puso todo de su parte y pasaron toda suerte de cosas, como es natural. No es cierto que Rodrigo ya tenía todo resuelto y por otro lado es cierto que aunque lo tuviera resuelto estaría con las mismas dudas; pero lo que en esta ecuación sobresalen son todas las interacciones entre las variables no controlables, las soluciones no encontradas, las respuestas escondidas y fue cuando se hizo conveniente abrir un expediente que contenga todas las pruebas de por qué con el amor no se juega. ¿Cómo puede existir el amor a primera vista? Para Rodrigo eso es algo inexplicable y por ende inconcebible. La situación estaba servida en charola de oro sólido, no fue tan difícil hacer una estrategia simple y concreta, recibir la aceptación y empezar la partida. ¿Quién hubiera pensando que alguien estaría defendiendo al amor en serio? Rodrigo ya perdió un par de veces, se retiró y volvió para perder de nuevo. Ya no quiere jugar, se conforma con un blog como terapia que explore la PNL como placebo de ciertas desfiguraciones sicológicas y dejar constancias que den fe de su aventura en el regreso hacia las relaciones interpersonales.


El resultado es patético, es el cuarto frío con la cama revuelta y abandonada. Es el anuncio imaginario en la base del cerebro donde una voz femenina dice con tono firme y amable: “Damas y caballeros, hemos empezado nuestro descenso, habrá considerables turbulencias durante el mismo por lo cual les rogamos permanecer en sus lugares en todo momento, ajustar sus cinturones y revisar sus tarjetones de seguridad que se encuentren colocados en las bolsas de los respaldos frente a ustedes. Aterrizaremos en el centro de la Tierra, gracias por volar con nosotros.”

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