29.4.14

La forma ininterrumpida.

Algún animal debió de haberse suicidado en lugar de Rodrigo puesto que él sigue ahí respirando como sin nada, inexplicablemente vivo y actualizándose continuamente como una app en presentación de animal racional, matemático y sentimental. Se mueve casi despreocupadamente entre todos ellos, sintiendo los cambios de temperatura adentro de la atmósfera de presión en la que él y todos los demás animales viven. 

Es normal que algún animal se suicide en las mañanas, tardes o noches de cada día en cualquier parte del mundo, y en realidad esto a casi nadie le importa. Son muchos animales ya y cada vez serán más hasta que dejen de ser para convertirse en nada o cero, precipitada o paulatinamente, pero de alguna forma u otra tendrá que llegar el cero absoluto. Mientras eso sucede el suicida sin saberlo comete su acto en nombre de todos los demás que siguen ahí respirando, casi despreocupadamente, viendo a la lluvia mojar a las cosas sobre la tierra, o al polvo infiltrarse en las propiedades privadas en los lugares donde no llueve.

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Rodrigo está acostado boca arriba sobre la alfombra con las piernas dobladas sobre el abdomen y pecho. Abrazándolas con los dos brazos piensa de forma ininterrumpida, sin abrir la boca: 

“El problema no es que siempre haya una primera vez para todo y una última. El problema en realidad son todas las veces que repetimos las mismas cosas que no deberíamos de repetir. El problema son los surcos neuronales en el cerebro, los hábitos del pensamiento y de la acción. El problema son las consecuencias, el no medirlas, el no saber medirlas, el aparentar que no se sabe, o simplemente no saber. 

El no saber y el no querer saber en matrimonio ancestral. 

Las variables se incrementan en velocidades peligrosas. Pandemia de variables. 

El problema es cuando la experiencia es un reflejo más en la pared de la cueva. Da pena verlos jugar a los tarados en un patio desalmado, ahogando la poca inteligencia de les queda después de decisiones increíblemente retrógradas, marcados de por vida. 

La vida es un trampa llena de trampas y una sorpresa llena de sorpresas. Es un arco-iris sobre el fango. Es la punta de la espada afilada lista para encajarse y es la pared por detrás hecha de rocas. O son nubes de algodón para disfrutar de un sueño liviano, flotando como ángeles satisfechos de tanta existencia. Las víboras de cascabel también andan sueltas en los desiertos, olfateando el aire con sus lenguas de dos puntas, como si nada. Al igual que los koalas encaramados en los árboles, tranquilos como si nada.”

Cuando se cansa suelta las manos y baja los brazos, desdobla las piernas y las estira sobre la alfombra. Estira las brazos y voltea las palmas de las manos hacia el cielo. Rodrigo abre la boca un poco, relaja los músculos de la cara primero, luego relaja los músculos del cuerpo, todos, empezando por la cara y terminando en la punta de los pies. Inhala profundo, exhala despacio, mientras continua con el avance de sus pensamientos de forma ininterrumpida: 

“La mejor forma de hacerle frente a los días es ir siempre adelante de las situaciones, de las circunstancias, siempre que se pueda… anticiparlas y así poder aplicarles un análisis frío y estático sobre la plancha de operaciones con una lámpara de luz potente que no deje sombras. Preparar una amplia gama de líneas de toma de decisiones pensadas con antelación. Para cada escenario, un plan de acción doblado como mapa para sortear las dificultades de forma estratégica, un mapa-documento-mental que nos ampare si nos desviamos de la mejor ruta, serie de signos en el papel de las neuronas que nos devuelvan al camino y nos permitan hacer algo más que solo reaccionar. Hay que estar preparados y no siempre se puede ser tan exactos, tan visionarios, tan senseis; es necesario desarrollar las habilidades de adaptación, versatilidad y flexibilidad ante los segundos y las décadas. Pero sobre todo, ante la rigidez y el reducido espectro de nuestra imaginación. Formular el engranaje de variables para sortear a la depresión continental de nuestra alma. 

Hay que echarse sobre el fango para ver el arco-iris, esa es la pequeña verdad. 

Meditar en el ying-yang de la energía que no se crea ni se destruye, que existe en varias partes del universo al mismo tiempo, que continua imparable transformándose constantemente y que regula el caos-control. Entonces poder establecer las fronteras siempre movedizas de los límites personales para tal o cual situación. Meter a la relatividad hasta las entrañas mismas de lo inexistente.”

Rodrigo no sabe callar a su diálogo interno. Se sienta sobre la alfombra con las piernas cruzadas y estira la columna como si algo le jalara el cráneo hacia la estratosfera. Nunca ha logrado poner su mente en blanco ni por un microsegundo.

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El regreso a la pista de baile significó volver a olerlos, saborearlos y tenerlos casi por regla solo una vez; a algunos varias veces y ninguno para siempre, porque precisamente ahí es donde radica parte del secreto de tocar esa felicidad momentánea, la única palpable y falsa. Ya no existen las ansias para que el otro se quede a su lado lo cual significa que ha ganado terreno en el medio de un océano que a veces se enfurece. Rodrigo se brinca la posibilidad de explorar a las personas más allá de sus cuerpos, los envuelve en el sudor acumulado de dos días como trampa neuro-química, como tigre hambriento en la obscuridad. La química corporal es fácil porque activa los instintos básicos animales, la cerebral es rara y requiere sortear dificultades inimaginables. Además la gente de buenos sentimientos no basta, para Rodrigo no es suficiente que alguien le desee solo el bien, con que lo deseen carnalmente en buen plan, ‘hedonismo en buen plan’. La burla escondida en sus buenas intenciones, el cuento de querer hacer las cosas bien que se lo platiquen a los inocentes que se aburren toda la vida sin saber que están aburridos, porque para ellos las cosas son así: constantes, ininterrumpidas, monótonas, rutinarias y en control. 

Entonces las consecuencias llegan precisas, la soledad en medio del océano del desamor se hace todavía más grande y no le será fácil abrazarla. Hay tanto líquido entre la superficie y el fondo del océano; y tanto aire entre la superficie y el espacio exterior que parece imposible abarcar cualquier sentimiento siendo una partícula ensimismada y cerrada al intercambio de buenas intenciones. La cáscara que forma esa superficie donde Rodrigo deambula flotando es un mapa hecho de agua salada, una línea intranquila, una superficie viva y mutante. La inestabilidad hecha soporte ilusorio. El subconsciente con su bandera blanca manchada de sangre conceptual, nunca real, tras la cortina por años y años, moviendo los hilos sin que nadie lo note.

La felicidad es algo volátil para animales como Rodrigo. Vivir en el epicentro de la megalópolis con otros 20 millones de animales matemáticos y sentimentales es un reto constante y un gran desafío para la idea de la soledad fortalecida y autosuficiente. No necesitar a nadie en contraposición con no querer necesitar a nadie. Usarlos y dejarse usar. Es confuso. Es abrupto. Es ilógico. Es así. Y, ¿quién va a querer arrimársele a Rodrigo si huele a sudor de dos días sin desodorante, si los animales presienten también que están siendo usados y desechados, si no hay buenas intenciones de por medio? El  acto sexual entonces se vuelve un bocado de hastío, un refugio sin techo en la sierra nevada, un acción que se repite una y otra vez sin significados ni direcciones creando un surco destructivo por donde corren gotas de sudor y semen al fondo del un doble vacío material y metafísico. El verdadero pecado no es fornicar, es fornicar sin ganas. 

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“¿Quisiéremos estar todos cientos de años adelante para entender a nuestros tiempos o solo soy yo?”

Rodrigo lo piensa despacio y aisladamente. Piensa en las ventajas y desventajas de concluir cualquier cosa sobre el presente desde la ventana del futuro o del pasado. ¿En verdad la historia les sirve de algo o solo intenta describirlos? Lo que se necesita en la vida, por encima del amor o del poder-dinero, es simplemente la comunicación honesta, cualquier otra cosa es solo un mero engranaje del sistema quitándoles el único momento que tienen los animales en la historia del universo: la vida, una vida, unos pocos años solamente. Y se les va la vida buscando al amor y al poder-dinero, se les va en intentar trascender mediante la reproducción en automático de la especie a través de ritos desgastados y en la acumulación del capital. ¿Cómo prevenir a los jóvenes sobre el peligro que implica el matrimonio, el tener hijos, los bienes materiales y la propiedad privada?, ¿cómo modificar al ego engendrado en la idea de la trascendencia del linaje? 

La fe de los animales se está desmembrando poco a poco y solo algunos lo notan, la descomposición global ya se ve venir desde que la new age no ha podido suprimir a la maldad en los animales, tanto en los sentimentales como en los matemáticos. Necesitan nuevos horizontes con urgencia, nuevos campos conceptuales a donde puedan llevar a sus pseudo-inteligencias a correr para intentar experimentar una especie de libertad auténtica, o por lo menos nueva. 

O se desmilitariza el mundo o se usan todos las armas de una vez por todas contra todos por igual, porque matar es matar y no es cosa de otro mundo, da igual si se mata a estos o aquellos, a Rodrigo o a usted. La idea es lograr el cero absoluto en la estadística demográfica. Que desaparezca todo y todos, inducidos por la energía inestable y magnética que hace borbotear a las galaxias. Que todos y todo lo que hay en este mundo se convierta en otro tipo de materia y energía, en la materia y energía que es omnipresente en varios puntos al mismo tiempo y romper con las limitantes de una vez por todas. Dejar de preguntar tantas cosas, de tratar de entender algo, de justificar. Hay más felicidad en la ignorancia que en el conocimiento, y en esta frase se expone la hipótesis que resulta de no querer medir las consecuencias o de no saber medirlas. Es pura falta de interés, puesto que solo se quiere tener amor y/o poder-dinero; esas son las tristes claves de la felicidad que han comprado los animales.

Rodrigo está de pie observando desde el balcón a la ciudad monstruosa frente a él. Respira en una paz prometida, exhala en una calma remota: y por ende sigue vivo. No va a brincar desde el séptimo piso, no es partidario de las salidas fáciles y tampoco desea redimir a ningún animal con su muerte. 

No sabe a donde ir, no sabe qué querer, no se atreve a desear para de esta forma averiguar si la tranquilidad es eso: estar neutro e impávido, seco en el hilo del alma y tratando de ser fuerte en el hilo del cuerpo; para experimentar un poco más a fondo el desperdicio del tiempo que no se invierte en conseguir amor o poder-dinero y encontrar otro tipo de respuestas, otro tipo de direcciones y trazar un mapa totalmente nuevo, tan nuevo que quizá ni él mismo lo entienda.


Pronto llegarán los días en que se vestirá con el típico atuendo formal-casual, causal-casual. Se bañará todas las mañanas, aplicará muy poco desodorante en su axilas y escasas gotas de alguna agua de colonia de aromas cítricos. Rasurado y bien parecido para salir al mundo a evadir al amor y al poder-dinero mediante la caza no autorizada del poder-dinero y del amor. Sin fines de lucro ni mucho menos fines románticos.


2 comentarios:

Zabioloco dijo...

La burla escondida en sus buenas intenciones, el cuento de querer hacer las cosas bien que se lo platiquen a los inocentes que se aburren toda la vida sin saber que están aburridos, porque para ellos las cosas son así: constantes, ininterrumpidas, monótonas, rutinarias y en control. ME AGRADÓ MUCHO ESTO. Todo en realidad. 20 millones de individuos ante tu humilde ventana...Saludos

Aldo Aguilar dijo...

"Hemos sido vilmente engañados. O al menos eso parece, porque entre los edificios del amor, el poder, el sexo, el dinero y la religión, todos y cada uno de ellos se mueven al ritmo de los 2 más grandes ejes rectores, que se levantan en el cielo invisiblemente y dejan huella sin tocar un sólo centímetro de piel, un sólo pelo o un pedazo de corteza de árbol..."