19.2.07

Quinqué en medio del universo

A mi me gustaría que los abrazos durasen más tiempo. Sostener a una persona entre mis brazos durante un período largo, incómodo para la persona pero gozoso para mí. Sin ningún tinte sexual de por medio, ahora que estamos enfocados en colocar al libido en su lugar correspondiente mediante una secta regida por protocolos a seguir. Me gustaría estar en medio de un bar, de la calle o de un vestíbulo y encontrarme a alguien, abrazarl@ mucho, fuerte, contra mí. Olerl@ profundamente. Abrazar es la contraparte del acto sexual. Se abraza a la gente en lugares públicos, con la ropa puesta, se sostiene a la persona ingrávida contra el cuerpo, se recarga a veces la cabeza en el hombro de la persona abrazada, se suspende uno. Prefiero no saludar de mano, ni de beso. Prefiero abrazar. Rodear con mis brazos la existencia del otro. Decirle físicamente que el o ella existe, al mismo tiempo que confirmo mi existencia. Abrazar con las manos abiertas, palpando la espalda de la persona que se retiene. Abrazar es un acto puramente humano. Me gustaría que un abrazo durara mucho tiempo, estar en ese estado por un largo tiempo. A mi me gustarían cosas como éstas y otras tantas cosas más.
Me encantan las cucarachas que caminan por todas las superficies con destreza. Son dueñas legítimas de los espacios. Me gusta que sean insectos y que no tengan idea del concepto tan repugnante bajo el cual existen para nosotros los humanos. Quisiera ser una de ellas y abrazarlas a todas. Luego caigo en la cuenta de que una cucaracha no puede abrazar a otra. Entonces caigo en otra cuenta: la de saber que soy humano y que tengo cuatro extremidades, dos para sostenerme en pié y dos para nadar y abrazar. Pero no puedo escalar paredes ni andar contra la gravedad por el techo. Ni puedo desplazarme entre las superficies deformes sin importar su horizontalidad, verticalidad o grado de inclinación. No tengo seis patitas llenas de espinitas que me permitan asirme a superficies cualesquiera. Dependo de la gravedad; vivo con los pies pegados al suelo, aunque con la cabeza pegada en quién sabe dónde.
Está bien porque puedo abrazar y esos insectos no pueden. La moral animal la mido conforme a los animales que nos podemos abrazar contra los que no pueden. Pienso en los peces que nunca se abrazan, y recapacito en los pulpos que pueden incluso abrazarse en modos superiores al humano. Las ballenas no pueden. Los changos sí. Las arañas pueden, aunque en posiciones extrañas entre ellas. Las culebras son un enigma en este tema, sólo ellas saben qué hacen cuando se frotan enroscándose unas contra otras.
Pero.
Sí.
Pero el fondo de todo esto es que no abrazo tanto como quisiera. Socialmente hay un tiempo límite para dicho acto. Un lapso muy corto. Es como si estuviésemos todos hechos con la misma carga y cual imanes nos rechazásemos al acercarnos. Lo sé, mis pensamientos son románticos y existencialistas al punto del derroche nostálgico. Lo sé y no importa.
A mi me gustaría escribir sobre una infinidad de cosas más importantes a un simple abrazo. Pero esas otras cosas mejor no las digo, ni las escribo. Tomo la salida rápida del free-way.
Por eso les hablo entonces sólo de simples abrazos y les dejo el anzuelo sumergido a la profundidad exacta, delicioso y cebado frente a su hambre de tiburón malcomido...

1 comentario:

Fab dijo...

un abrazo, de esos que duran
mas tiempo de lo establecido
por el protocolo social :)
que ricura.

bellas palabras guni
me activaron ese algo.
que activa eso que no
puedo poner en palabras.

y una véz m´ss...
abrazo.