10.7.21

Paso de ti monogamia...

El increíble universo sexual y reproductivo de los heterosexuales monógamos es algo que me parece la cosa más retorcida que pueda haber. ¿Cómo es posible cumplir esas promesas que se han hecho entre ustedes y a ustedes mismos de no tener sexo con alguien más por el resto de sus vidas? Peor aún, de no enamorarse de otra persona hasta que la muerte los separe. La monogamia debería de ser una opción más. Pero no, no es una opción más, es la única opción moralmente (¿socialmente?) correcta que creo sólo funciona para muy pocas personas. Tarde o temprano la mayoría querrá que los pedos que le huelen a la pareja sean de otras intensidades. Además, tener sexo con otras personas es lo más saludable que puede haber para la líbido, con cada persona el acto sexual es único y aunque se hicieran las mismas cosas, con cada persona es diferente. De hecho, cada acto sexual, aunque sea con la misma persona, es único y diferente. Supongo que cuando sólo se tiene sexo con la misma persona por años, y años, y años; esa cosa única y diferente termina siendo una carpa de circo decadente de 3 tristes actos, y ya es mucho decir 3 actos. O un compromiso de tener que bajarle la calentura al otro. O sabrá Dior qué es eso, never been there.

 

Intenté sin chistar a la monogamia hace décadas, la volví a intentar unas pocas veces más después del primer intento y todos esos intentos fueron puros fiascos de principio a fin. Luego entendí que lo único que estaba tratando de hacer era tener una pareja al estilo siglo XVIII, cumplir con lo que se espera de cualquier persona normal porque si no tienes pareja, ¿qué onda?, ¿todo bien? Luego intenté la poligamia, tampoco me funcionó. Mucho después entendí que lo mejor era mantenerse lejos de esos enjuagues. Alejarme del amor romántico no fue algo de enchílame esta gorda, tenía dudas y miedos, con el miedo a la soledad encabezando la escolta; pero como siempre, la curiosidad y el saber que mi camino no era el más transitado pudieron más. Con pasos discretos, pequeños y silenciosos me salí del patio interno del amor de parejas para terminar navegando en el mar de la soledad de poder estar conmigo, a veces bien, a veces mal, como todos. Un día entendí por qué todas las relaciones de noviazgo que tuve fueron historias tan bizarras, por qué nunca pude encontrar a una persona con la cual pudiera estar siempre, simple y sencillamente porque eso nunca me interesó, ni me importó, y si lo hice, lo hice porque es lo que se espera de las personas.

 

No me di cuenta, por otro lado, que cada paso hacia afuera fueron pasos hacia adentro de otro lugar, un lugar del que no se sabe mucho, del que no se habla tanto. Me fui al limbo de vivir entre todos ustedes, dejando a un lado eso de tener a alguien especial en mi vida, para caminar sobre la cuerda floja de tener a tantas personas especiales en mi vida. Tampoco ha sido fácil y también han sido décadas de entender el delicado tratamiento que he tenido que ir perfeccionando para lograr estar solo y no estar solo, para no llevarme a nadie entre las patas, y sigo, hoy por hoy, sin cantar la victoria final. La batalla continúa en la guerra del amor romántico, no hay tregua para los desertores, el armamento de esa ideología de la pareja monógama supera con creces mi pobre arsenal de ideas y prácticas nuevas; sino fuera por esas pocas batallas ganadas tal vez estaría con alguien, alguien tendría que soportarme todos los días, o estaría solo en el pozo de la depresión. O peor aún, en el pozo de la depresión con alguien.

 

No estoy desbordando felicidad, ni estoy atrapado en la tristeza. Estoy, y ya. Midiendo mis pasos; mis silenciosos, discretos y pequeños pasos en terra incognita.