8.5.08

Alto, pare, vea, oiga

F: ¿Qué?

G: No. Estás mal.

F: ¿El ego?, dices.

G: Yo decía que pareces ser alguien que no se preocupa por nadie ni nada, pero eso es sólo una apariencia. En realidad eres alguien muy débil o sensible, no sé bien cómo decirlo.

F: ¿Yo, egoísta?

G: No, yo.

F: Ah, ok. Tú.

G: No te hagas pendejo, claro que estamos hablando de ti. De tu ego, de tu forma de ver el mundo y sobre todo de la forma en cómo quieres que el mundo te vea.

F: Y, ¿qué?, ¿tiene algo de malo ser así?

G: Sí.

F: No, tú estas equivocado. Cualquier persona que me venga a hablar de lo que está bien y lo que está mal, me parece que está equivocada o muy cerca de estarlo. El mundo no se debe regir en blanco y negro, en bueno y malo, en dios y diablo.

G: Tú eres el que está mal.

F: ¿Ves? Yo no hablo de estar bien o mal, no defiendo mi punto como lo que está bien. Más bien la cosa va por el lado de pensar y actuar correcta o equivocadamente. El error tampoco quiere decir que algo esté mal. Esas asociaciones directas en nuestras cabezas son impedimentos bien fuertes que no nos dejan respirar más aire que el aire ya podrido de siglos y siglos de trazar la ruta por la cual todos debemos de caminar.

G: No me convences.

F: Ni modo.

G: ¿Y qué vamos a hacer?

F: Lo que podríamos hacer es plantearnos retos a nosotros mismos. Retos personales y secretos. Pero dime, ¿quién en este mundo tiene esa capacidad de interiorizarse y hacer acuerdos de uno con uno mismo?, y si lo hace ¿podrá quedarse callado y no contárselo a nadie? Esos retos deben de ser precisamente el encontrar esas trampas en las cuales vivimos inmersos, sin darnos cuenta, sin posibilidad de darnos cuenta. Eso es lo más frustrante, que ni si quiera tenemos los medios para abrir los ojos y entender que hay otras formas de hacer las cosas, de plantearlas ante nosotros mismo. Pero claro, ahí está la TV chupándonos todo el tiempo que podríamos invertir en pensar y leer y volver a pensar, simplemente eso, usar la cabeza, racionalizar las cosas que nos pasan.

G: Qué hueva.

F: (Cara de relativa preocupación y tristeza desperdiciada).


Tomado de la ironía.

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