15.8.08

Su lechita

En el cuaderno que uso para llevar el control escrito de mi trabajo para evitar dejar a las cosas importantes flotando en el aire porque se me olvidan, decidí hacer impresiones artísticas con la base de la taza mojada de café. Se dibujaron circunferencias casi completas, que se fueron expandiendo conforme el papel absorbió al líquido con cafeína. Sí, me parecen que se ven bien, son manchas estéticas bien delineadas, nada conceptuales y redondean mis ganas de escribir.

Un día quedé de verme con alguien, cita a ciegas, pero con propósito libidinosos acordados. Llegué a su casa y nos miramos las caras y los cuerpos. La plática era muy falsa, su casa olía a pinol con tierra, ni ganas de concretar los propósitos acordados. Hacía frío y llovía. Me fui sin despedirme cuando se metió al baño.

Me gusta estar adentro del coche en una noche con lluvia, estacionarme, apagar todo menos la música, los vidrios van escurriendo agua por fuera, las luces adquieren otra personalidad, se hacen mas bonitas; entonces es imperativo buscar una buena canción para que acompañe al momento.

Otro día me quisieron robar mi cartera, el chacal se la quería llevar escondida adentro de su bota. Hice que me enseñara hasta el último compartimiento de su mochila y me juraba que a mi cartera ni la había visto. –¿De qué color es? –todavía me pregunta.

He comido mucho pescado y con justa razón. Acá hacen los tiraditos, ¡cosa tan buena!

Fuimos caminando a la farmacia a comprar condones. Yo no estaba convencido de regresar a la cama y se lo dije. Inmediatamente después pensé que en realidad me daba lo mismo copular o no, pero meter tanta reversa en asuntos donde las acciones deben de ser flechas que van directo al blanco no es sano. Un gallo, un libro y Moon Safari con volumen moderado es siempre la mejor solución.

La mejor forma de empezar un día es con música que te ponga a bailar. Cuando compré Surrender fue un éxito por meses y meses en mis mañanas. Disfruto bastante si se me hace tarde por andar bailando. Por ejemplo, hoy bailé dos veces seguidas Ready 2 wear.

Podría comer pescado todos los días. Ensaladas, frutas, verduras y quesadillas también. Podría escuchar muchas veces más a Belle & Sebastian, Kings of convenience, Air, Band of horses… la pura melancolía.

Llegó y cuando menos me di cuenta ya estábamos sin ropa. Tanto ímpetu, la mirada lasciva y bien directa, las manos sin darse abasto, la firmeza a punto de reventar, los labios remojándose en salivas. Es tan agradable que te pregunten cómo vas o si te falta mucho "porque quiero que nos vengamos juntos", me medio enamoro.

Hay placer en bañarse también, en desayunar ligero el fin de semana y volver a la cama, en ver una película en la cama sin que llegue el sueño. A veces no queríamos dormir solos y nos invitábamos a ver películas en nuestros cuartos, que se comunicaban por el baño; una noche vimos The man who wasn’t there y se quedó dormida casi de inmediato, yo la vi hasta el final. Otras veces dejábamos las puertas del baño abierta y jugábamos al orfanato, platicando de cama a cama.


Tomado del sexo que no se debe de contar y de otros placeres más buenos que el sexo.

No hay comentarios.: