10.12.10

Delfín

Rodrigo se levanta como una de esas marionetas gigantes, con grúas y decenas de personas a su alrededor haciendo los movimientos por él. La incapacidad de decisión, la poca autonomía perdida y la carta que tontos y listos juegan por igual, la de la incomunicación como retaguardia, la transmisión de mensajes en terceras y cuartas personas, el teléfono descompuesto de las redes sociales, terrenos neutros como si se tratara de una guerra sucia, peor, de una recapitulación con serias desventajas. Territorios conquistados para el abandono, con toda la ilógica que eso conlleva.

Dice la historia que la historia la escriben los que vencen, porque me imagino que ya todo debe de estar perdido. El respeto exige un repaso forzoso, de nuevo, siempre todo de nuevo, no hay avance, tantos retrocesos y ciclos cerrados debilitan la sinergia del ego de Rodrigo. Hay que enseñar a los adultos a que no sean niños, pero los niños se cuelgan y según ellos no saben nada, ni cómo bajarse a un niño interno. ¿Lloran de desamor las putas al contar sus ingresos? Y bien pensado esa pregunta no vale nada, no existe. La moral revestida y ellos hablando como si vinieran del futuro, es pura pantalla. A veces Rodrigo cree que solo él ha leído a Nietzche y a Ciorán en todo el mundo. O que si otros los leyeron no les entendieron. Por fortuna eso solo le sucede a veces.

Sin armas, cambio de falsa identidad por otra también falsa, otros círculos, más aire, risas contratadas. Rodrigo no quiere resolver los problemas de nadie, ¿qué problemas?, ¿qué significa problemas? El refugio del Motel Soledad se puede aprovechar, la soledad afuera del hoyo existe, la supernova que hace galaxias a su alrededor. Entonces Rodrigo propone, tal vez está en su naturaleza proponer, el extraño caso del muchacho que siempre tenía respuestas, aunque los otros se aprovechen y le unten su desorden, lo toquen esperando recuperar la vista. Siempre habrá un inocente que siga una Biblia, purista, trastocada, heterodoxa, corregida o aumentada.

La solución es algo a simple vista sencillo y en la práctica algo delicado. Una guerra fría, sin comunicados, sin darle nada a nadie, sospechas quemadas en sótanos ilocalizables, sin involucrar a terceros ni a cuartos actores, suicidios dramatizados, una contrainteligencia en el exilio ¿para qué ventilar historias tan pequeñas e inservibles? La vida no está hecha de pequeñas cosas ni está en los detalles. Wikileaks con secretos de un estado individual, interino y desconocido para todos. El muro que divida, esa cortina de hierro para que el cáncer crezca libre, sano, se haga fuerte. La guerra fría declarada hasta que otra generación se canse y trate de restaurar los daños. Será como rearmar sus castillos de polvo, como en la canción de Phoenix. Y hablando de música, The Cardigans también ahonda en el tema: “Si esto es comunicación, yo me desconecto.”


Con una fuerte dosis de contradicción, como Rodrigo acostumbra, se extiende a ustedes para los usos que ustedes más les convengan el fin del presente comunicado.

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