Hay excelentes juguetes para perros.
Petra Durst-Benning.
La soledad en pareja es un infierno consentido. En la vida de la pareja suelen existir desde el principio algunos detalles, ciertas discordancias sobre las que uno decide tácitamente callarse, con la seguridad entusiasta de que el amor acabará arreglando todos los problemas. Estos problemas crecen poco a poco, en silencio, hasta que unos años después terminan por explotar y destruir cualquier posibilidad de vida en común.
…[cont.]
¡Oh, la vida que los hombres intentan vivir!
¡Oh, la vida que llevan
En el mundo en que viven!
Los pobres, los pobres... No saben amar.
¡Oh, la vida que llevan
En el mundo en que viven!
Los pobres, los pobres... No saben amar.
Cuando desaparece la sexualidad, lo que aparece es el cuerpo del otro, con su presencia vagamente hostil; los ruidos, los movimientos, los olores; y la presencia misma de ese cuerpo que ya no podemos tocar, ni santificar mediante el contacto, se convierte poco a poco en algo incómodo; desgraciadamente, nada de esto es nuevo. La desaparición de la ternura sigue siempre de cerca a la desaparición del erotismo. No hay una relación depurada, unión superior de las almas ni nada por el estilo que se le parezca, ni que pueda recordarla de forma alusiva. Cuando el amor físico desaparece, todo desaparece; una irritación taciturna, sin profundidad, viene a llenar la sucesión de los días. Y yo me hacía bien pocas ilusiones sobre el amor físico. Juventud, belleza, fuerza; los criterios del amor físico son exactamente los mismos que los del nazismo. En resumen, que estaba metido en un buen lío.
Tomado de Michel Houellebecq en ‘La posibilidad de una isla’.