Las nudes viajaron hasta la pantalla de un intelófono (smart-phone), pero de regreso nada, ni desnudos, ni con ropa, ni nada; de regreso llega la tajante pregunta de: "WhatsApp?" Ya mejor ni preguntar si habrá reciprocidad. Los interlocutores son personas, no son bots.
6.7.18
Unsolicited nudes
Las nudes viajaron hasta la pantalla de un intelófono (smart-phone), pero de regreso nada, ni desnudos, ni con ropa, ni nada; de regreso llega la tajante pregunta de: "WhatsApp?" Ya mejor ni preguntar si habrá reciprocidad. Los interlocutores son personas, no son bots.
3.7.18
Garro y llanto.
Acabo de terminar de leer "Los recuerdos del porvenir" de Elena Garro y tengo ganas de llorar, por la novela aunque la novela y su final de piedra son sólo una excusa.
Tengo ganas de llorar y no lloro.
El duende que me regaló dicha novela un día me dijo que lo mejor era alejarse de mí, y por eso también quisiera llorar, porque entiendo su decisión y en el fondo de la aceptación acepto que hizo bien; a veces los duendes tienen que protegerse de personas como yo. Siendo un tanto honesto conmigo mismo, tengo los sentimientos revueltos en mi interior por acontecimientos que tienen todo que ver con las personas y por acontecimientos que nada tienen que ver con las personas.
Por las elecciones también quisiera llorar, sí, sí, por las presidenciales, federales y demás; y por las mías, mis limitadas elecciones sin límites, casi transformadas en decisiones, ilimitadamente. Lograr, alcanzar un llanto de tristeza y alegría que ni yo mismo lograría entender, mucho menos descifrar. Al final sólo están las ganas y nada se concreta ni en lágrimas, ni en tristeza, ni en tranquilidad, ni en alegría. Sólo está el sentimiento de estar adentro de una licuadora prendida en su máxima velocidad. Sólo está la desazón que se anida en mí. Un sentimiento frágil, pobre, débil, casi inexistente.
No me voy a atrever a comparar a mi ridículo sentimentalismo con un sufrimiento ajeno y verdadero, con un sufrimiento real y palpable. Me ahorraré ese ridículo íntimo de mi yo conmigo mismo.
Un capricho que no se cumple y su respectivo berrinche infantil, eso es todo. Tengo que aceptarlo, tengo que ser amable con la tranquilidad que existe en mí.
"Mine is the fury, mine is the blame, mine is the shame."
El período de desintoxicación causa ganas de llorar al intentar dejar atrás la intoxicación de vivir, la contaminación de respirar y de oxidarme la sangre y el cuerpo, a nivel celular, por dentro, inevitablemente todo esto pasa por dentro. Muy a parte de sus miradas, por eso puedo aparentarles que no me oxido, que soy normal, que funciono con estabilidad.
Sólo están estas ganas indecisas de ya no sé qué, ¿de llorar?, tal vez ni si quiera el llorar sea la verdad a alcanzar en esta fábula sin conejos ni cuervos ni zorros. Una fábula llena de queso, de un queso delicioso y todavía comestible.
Están también las gotas de lluvia que ya cayeron hoy, y las gotas que cayeron ayer, las precipitaciones fluviales de tantos ayeres lluviosos. Gotas que se resbalaron por la pendiente más pronunciada hacia el mar, hacia un supuesto mar. Están las alcantarillas llenas de basura mezclada con lluvia, lluvia hecha lodo que se secará y se hará tierra dura, sucia y seca. Están las cosas ahí y en todos lados, en todas partes, y la certeza de que las cosas ahí siguen, estando: platónicamente y realmente. Están los filtros donde pasa el agua por mi cuerpo.
Intentaré dormir, intentaré llorar en la imaginación. Sufrir, pero en otra parte del universo, lejos del mundo, lejos de todas las cosas que conozco. Dramatizar de más, ¿por qué no?, siempre se puede más hasta que no se puede más y el siempre deje de latir por siempre en un lapso de tiempo que nunca será para siempre.