6.7.18

Unsolicited nudes

Se mandan unas nudes, porque habemos quienes hemos regresado al helenismo de aquellos siglos donde enseñar el cuerpo no era ni malo ni bueno, era el cuerpo y ya. Hoy todavía lo es, el cuerpo es el cuerpo y ya, por los siglos de los siglos, por más manchas y pecados que le untan, el cuerpo subsiste inalterable.

Las nudes viajaron hasta la pantalla de un intelófono (smart-phone), pero de regreso nada, ni desnudos, ni con ropa, ni nada; de regreso llega la tajante pregunta de: "WhatsApp?" Ya mejor ni preguntar si habrá reciprocidad. Los interlocutores son personas, no son bots. 

Ayer me bloquearon 3 personas, un bloqueo con el cual estoy totalmente de acuerdo, ahí la reciprocidad sí funcionó, aunque el bloqueo sólo pueda venir del primero que lo acciona el sentimiento fue recíproco en las 3 ocasiones: "sale, bye." Ahorrémonos nuestras vidas el uno al otro. Please be kind, spare me your attitude. 

Algunos con prisa y uno que otro por ahí pone que sin prisas. A la hora de la hora todo lo que se haya escrito en la descripción está un poco de más. Algunos de hecho se lamentan que de cualquier forma nadie lee esos pregones, a mí me encanta leerlos, a veces sólo entro para leer esas cosas y divertirme un rato, somos muy ocurrentes, en las descripciones; para comunicarnos, nada ocurrentes. 

Ninguno ha superado a la fecha el pregón de: "soy como la segunda tortilla que le da soporte a tu taco de pastor", luego conocí al autor y resultó ser un médico entrón, un médico entrón consciente, aclaro, porque luego hay cada inconsciente... Tan conscientes fuimos que hasta me dio una cátedra sobre ETS. Fue mucho más que una tortilla que le da soporte a mi taco de pastor. 

Más allá de las imágenes y las descripciones, los métodos son casi siempre los mismos. Ya en el chat, a la hora de la hora, ya sea para tener un encuentro o no, hay un guión que se repite con algunas pequeñas variaciones. No somos muy ocurrentes y nos apegamos al guión. Cuando por gloria de lucifer ese guión se rompe, ángeles inmaculados cantan alabanzas místicas para los pobres diablos que salimos del infierno para entrar al purgatorio de que en nuestra cultura nos falta toda la proactividad del mundo para comunicarnos. El cielo estará aquí entre nosotros cuando en vez de preguntar las mismas preguntas una y otra vez, escribamos las respuestas sin haber recibido ni las preguntas ni las respuestas, y pasemos a otra cosa. 

Pero si cada vez más señoritos se indignan porque recibieron 'unsolicited nudes'. Es como deambular por un convento de las Carmelitas descalzas y el sótano del Berghain en Berlín, al mismo tiempo. Y en medio de estos polos están los que obligan al otro a hacer algo para sorprender al nene. Sí, ese mandato de: "sorpréndeme". Tú a mí, ya que yo no soy capaz de sorprender ni a un cerote tirado en la calle, además yo vine a este mundo a que ustedes hagan sus actos para sorprenderme. Me salvaron de morir aburrido, valen cambien, nunca mil. Y pensar que la criatura tiene más de 30 años y sigue aburrida... 

Los dulces sin azúcar, amargos. Y el diamante encristalado se replica cada vez y más por todas partes. En Guadalajara ni se diga, alfombras de diamantes cubren los perfiles. 

La madrugada amplia como una playa vigilada sólo por las estrellas. 

Sin lugar y sin la posibilidad de moverse. Porque no hay dinero para el transporte público, mándame un Uber, porque son nuevos en la ciudad y les parece que la ciudad se los va a comer con todo y zapatos, porque 'el Internet de las Cosas' sigue sin materializarse en un GPS en mancuerna con un Google Maps. 

Y sino hay Metro-Bus cerca ahí muere, meterme al Metro ni pensarlo, me sofoco. Aunque podría pensarlo si se trata del último vagón. 

Porque hay de milenials a milenials aunque desde la antigüedad se sabe que no siempre es bueno generalizar. 

Total que la vida se nos puede ir ahí, inmersos en una maraña de descomunicación, repitiendo guiones chafas y con muy pocas nueces peladas en la mano.

3.7.18

Garro y llanto.

Acabo de terminar de leer "Los recuerdos del porvenir" de Elena Garro y tengo ganas de llorar, por la novela aunque la novela y su final de piedra son sólo una excusa. 

Tengo ganas de llorar y no lloro. 

El duende que me regaló dicha novela un día me dijo que lo mejor era alejarse de mí, y por eso también quisiera llorar, porque entiendo su decisión y en el fondo de la aceptación acepto que hizo bien; a veces los duendes tienen que protegerse de personas como yo. Siendo un tanto honesto conmigo mismo, tengo los sentimientos revueltos en mi interior por acontecimientos que tienen todo que ver con las personas y por acontecimientos que nada tienen que ver con las personas. 

Por las elecciones también quisiera llorar, sí, sí, por las presidenciales, federales y demás; y por las mías, mis limitadas elecciones sin límites, casi transformadas en decisiones, ilimitadamente. Lograr, alcanzar un llanto de tristeza y alegría que ni yo mismo lograría entender, mucho menos descifrar. Al final sólo están las ganas y nada se concreta ni en lágrimas, ni en tristeza, ni en tranquilidad, ni en alegría. Sólo está el sentimiento de estar adentro de una licuadora prendida en su máxima velocidad. Sólo está la desazón que se anida en mí. Un sentimiento frágil, pobre, débil, casi inexistente. 

No me voy a atrever a comparar a mi ridículo sentimentalismo con un sufrimiento ajeno y verdadero, con un sufrimiento real y palpable. Me ahorraré ese ridículo íntimo de mi yo conmigo mismo. 

Un capricho que no se cumple y su respectivo berrinche infantil, eso es todo. Tengo que aceptarlo, tengo que ser amable con la tranquilidad que existe en mí. 

"Mine is the fury, mine is the blame, mine is the shame." 

El período de desintoxicación causa ganas de llorar al intentar dejar atrás la intoxicación de vivir, la contaminación de respirar y de oxidarme la sangre y el cuerpo, a nivel celular, por dentro, inevitablemente todo esto pasa por dentro. Muy a parte de sus miradas, por eso puedo aparentarles que no me oxido, que soy normal, que funciono con estabilidad. 

Sólo están estas ganas indecisas de ya no sé qué, ¿de llorar?, tal vez ni si quiera el llorar sea la verdad a alcanzar en esta fábula sin conejos ni cuervos ni zorros. Una fábula llena de queso, de un queso delicioso y todavía comestible. 

Están también las gotas de lluvia que ya cayeron hoy, y las gotas que cayeron ayer, las precipitaciones fluviales de tantos ayeres lluviosos. Gotas que se resbalaron por la pendiente más pronunciada hacia el mar, hacia un supuesto mar. Están las alcantarillas llenas de basura mezclada con lluvia, lluvia hecha lodo que se secará y se hará tierra dura, sucia y seca. Están las cosas ahí y en todos lados, en todas partes, y la certeza de que las cosas ahí siguen, estando: platónicamente y realmente. Están los filtros donde pasa el agua por mi cuerpo. 

Intentaré dormir, intentaré llorar en la imaginación. Sufrir, pero en otra parte del universo, lejos del mundo, lejos de todas las cosas que conozco. Dramatizar de más, ¿por qué no?, siempre se puede más hasta que no se puede más y el siempre deje de latir por siempre en un lapso de tiempo que nunca será para siempre.