Ayer la marea no subió, el mar se mantuvo donde acostumbra estar desde hace miles de años. Estaba el atardecer sucediendo ahí en ese instante, y en ese mismo instante pasaron millones de cosas en otros millones de lugares. Fuimos a buscar troncos para hacer una fogata, sí, como debe de ser un campamento verdadero, con fogata. Esperamos a que bajara un poco la temperatura. Las nubes flotaron hacia tierra firme abriendo el telón de una noche estrellada. Se oían las olas rompiendo. Prendimos los troncos y un cangrejo pasó junto al fuego. Entonces nos acostamos a ver a las estrellas, con las cabezas juntas y los pies apuntando en sentido opuesto uno del otro. Estuvimos buscando constelaciones que en realidad ni conocemos; buscamos la Vía Láctea y satélites artificiales, ubicamos a Marte, a Venus, a la Osa Menor, al cinturón de Orión y hasta los ojos de Santa Lucía. Vimos un par de estrellas fugaces. Hablamos del tiempo, de la velocidad de la luz, de Superman, etc. Estábamos rojos de quemados por el sol, enamorados, llenos de arena, con cervezas y güisqui en la hielera.
3 comentarios:
cuando las palabras transportan....
gracias.
si un barco atraviesa la vida sin finalidad no llega a ningun puerto,
lo que permite que la vida no nos debore, es tener una finalidad, entre mas alta sea mas lejos nos llevará.
humilde no-opinion.
... compartimos
si la finalidad es no tener
una finalidad, es una finalidad.
gracias por compartir.
HERMOSO, me encanto, parece como si yo hubiese estado ahí.
Mis cariños para ti.
MAR
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