Les contaré en orden cronológico de los eventos que me sucedieron en días pasados. Fasten your seat belts and enjoy the ride, I mean, the reading.
El martes de la semana pasada el r.m. et moi fuimos a un vapor a darnos un baño con ruda, árnica y un par de hierbas más que no recuerdo. La semana pasada por andar cargado al mundo entero en un diablito en La Merced me resultó una hernia en la ingle. El vapor me alivió las molestias de la hernia. Regresando a casa al atardecer me puse a ver una película, nuestro depa en esta época es un congelador. Prendí el calefactor, con todo y las dos sudaderas que me puse más el calefactor empecé a temblar de frío. Mejor me fui a mi cuarto, al rato subió el r.m. y me tocó la frente, me dijo que estaba hirviendo. Fue por el termómetro, resultó que estaba con 38.7 de temperatura. Delirando casi. En ese momento me di cuenta que lo que tenía no eran ni el sueño ni el cansancio habitual a causa del vapor sino un fiebre altísima. Generalmente después de un baño de vapor me siento cansado y con sueño, esta vez realmente estaba mal. De ahí en adelante empecé a sentir dolor en articulaciones, cuerpo cortado. También empecé con mucha tos, mocos, flemas y un malestar general. Pensé que era por haber salido del vapor con el cuerpo caliente y llegar a mi departamento tan frío, un golpe de temperatura. El r.m. me cuidó toda la noche, me puso compresas, me dio paracetamol, me subió frutas y yogurt, etc. La temperatura bajó, amanecí relativamente bien.
El miércoles el r.m. me acompañó a la consulta en el Hospital General para la entrega de mis resultados de carga viral y CD4. Mi Dra. de cabecera se había ido a una junta dejando a un chico dando consulta, un médico practicante supongo. Mi carga viral como siempre salió indetectable pero mis CD4 salieron en 336. Me quedé helado al ver ese número. Las personas que conocen todo lo relacionado con VIH, carga viral y CD4 saben lo que esto significa: estar a nada de entrar en la fase de SIDA. El doctorcito me explicó que hay 3 posibles causas para este resultado de CD4 tan bajos. 1) Falta de apego la tratamiento, lo cual se descartó en automático porque mi apego es casi del 100%, y además al estar indetectable quiere decir que el antirretroviral está haciendo su trabajo bien. 2) Co-infecciones de 3 virus o bacterias principalmente: la tuberculosis y sífilis quedaron descartadas de inmediato porque hace 3 meses me extrajeron líquido cefalorraquídeo de donde salí negativo de estas dos cuestiones y no he tenido comportamientos de riesgo de contagio de nada, es decir, no he tenido sexo, ni transfusiones de sangre, ni inyecciones por mi cuenta; nada de nada que pudiera dar pie una infección de este tipo. Quedaba pendiente de averiguar si pudiera ser hepatitis, lo cual como explico un poco más adelante, también se descartó. Y 3) la última opción, según este doctorcito (ya entenderán más adelante por qué le digo doctorcito en diminutivo), era la inmunosenescencia, es decir, mi sistema inmune había envejecido prematuramente al estar 15 años con tratamientos antirretrovirales, y de acuerdo a las palabras textuales del doctorcito: “si es este el caso, no hay nada que hacer”. Lo que entendí en ese instante claramente es que me quedaba muy poco tiempo de vida. Si los CD4 de 336 me dejaron helado, este diagnóstico de inmunosenescencia me dejó SHOCK. Di las gracias y me fui. Me dieron las recetas para ir por los antirretrovirales, camino a donde los entregan le conté al r.m. de este diagnóstico. Nos abrazamos en un pasillo del hospital y empezamos a llorar unos minutos hasta que me separé de él, le dije que éramos la típica escena de dos personas abrazadas llorando en un hospital porque una de ellas se acaba de enterar que va a morir. Fuimos por los antirretrovirales, me tranquilicé un poco, caí en cuenta que había salido casi corriendo de la consulta sin revisar lo de la temperatura tan alta de la noche anterior, ni lo de la hernia. Regresé al consultorio, mi Dra. de cabecera ya había regresado. Con mi típico humor negro le dije: “¿cómo ve Dra. que ya me voy a morir de acuerdo a este doctor?”, el doctorcito seguía ahí en el consultorio, la Dra me respondió con su típico humor: “¿y mis más de 10 años de cuidarte y tenerte sano dónde quedan?”. Revisó los resultados de carga viral, CD4, y los estudios de laboratorio que el doctorcito me dio para hacerlos en 4 meses. “No, no, no” decía la Dra. conforme revisaba todo, “¿por qué le mandas pruebas de hepatitis si este paciente ya tuvo hepatitis B hace unos pocos años y se curó?”. Les comenté que hace dos semanas me había hecho la prueba de hepatitis C en este mismo hospital cuando fui a recoger mi medicamento, y que salió negativa (con eso queda descarta la opción 2). La Dra. cada vez más molesta con el doctorcito siguió, “¿por qué no preguntas a los pacientes qué pruebas se han hecho recientemente?, ¿por qué gastas los recursos del hospital de forma innecesaria, hay alguien que sí va a necesitar una prueba de hepatitis, pero este paciente no.” Me hizo una ínter-consulta para cirugía para atender lo de la hernia, y me dijo que nos veíamos en abril para ver los resultados algo así como 44 elementos de química sanguínea y orina. Días después acordamos que para abril también se harían de nuevo una prueba de carga viral y CD4. De nuevo me salí sin revisar lo de la fiebre de una noche antes. La cabeza no me daba en eso momento para resolver todo lo que tenía que resolver en esa consulta. Fui a cirugía y me programaron una cita para marzo.
Regresé a casa agotado. En una supuesta tranquilidad, procesando lentamente, muy lentamente, casi gota a gota, todo lo que me estaba pasando. Esa tarde entendí que llevo varios meses bajo mucho estrés por causas que no valen la pena contar aquí, que además a ustedes ni les incumben (jejeje). Entendí y acepté en relativa paz que muy probablemente mi vida estaba cerca de su fin. “The Room Next Door” me daba vueltas en la cabeza todo el tiempo. Me aferré a esa película. Ratifiqué mi decisión tomada hace muchos años sobre no agonizar innecesariamente, la decisión de, llegado el momento, optar por la eutanasia. Ese momento parecía ser que ya había llegado. Esa noche el r.m. trató de decirme algo para ayudarme, pero lo dijo todo mal, le grité como nunca en mi vida le había gritado a nadie. Estaba en una licuadora de emociones tan fuertes, sin control de las mismas. Me encerré en mi cuarto a llorar como hacía décadas no lloraba, o tal vez, como nunca antes había llorado. No me reprimí, al contrario, dejé que todo el terror, el miedo, la confusión, la angustia, el desconsuelo, y no sé qué tantos sentimientos más corrieran libres a través de mí. Me pareció lo más sensato de hacer, lo más liberador. Nunca le he tenido miedo al sufrimiento, mucho menos al sufrimiento bien fundamentado y justificado como el saber que tal vez pronto moriría. Todavía ahora mientras escribo esto algunas lágrima tranquilas y sin prisa me recorren las mejillas y caen, dándome el alivio que sólo las lágrimas dan.
Esa noche el r.m. se fue a su casa, la temperatura volvió fuerte, y yo no hacía más que verme a mí mismo enfermo, moribundo. Acepté los hechos, acepté la idea de morir, es decir, no de morir algún día sino de morir algún día en los siguientes meses o incluso semanas. Enfrentar a la muerte desde esa perspectiva general en donde todos vamos a morir a pocas personas nos afecta. Pero cuando sabes que vas a morir pronto, esa idea de la muerte se despliega como un bóveda celeste inmensamente grande, negra y cruel; de una negrura profunda y aterradora. O es como un telón inmenso del tamaño de todos los cielos en un sólo horizonte frente a ti, un telón terrible que contiene al espanto de estar vivo y de tener muy poca vida y salud por delante, un cielo maldito de significados arduos y espinosos que no podemos entender. Un telón que además podemos tocar con sólo extender la mano. Aún más, un telón en el que nos podemos envolver.
Después de llorar no sé cuanto tiempo más regresé a otro lapso de tranquilidad. Seguía con más de 38 de temperatura, tomé otro paracetamol, me puse compresas. Después tomé mi cuaderno y empecé a escribir intentando poner en orden a mis sentimientos e ideas. De ahí concluí que en realidad no le tengo miedo a la muerte. Tan poco miedo le tengo que estoy plena y libremente convencido en optar por la eutanasia, aunque sea ilegal en México, antes que agonizar, sin importarme que la mayoría de la gente no sepa distinguir entre el suicidio y la eutanasia, y que esa misma gente termine diciendo que fui un cobarde, o teniéndome lástima. Por encima de la vergüenza que a mi familia le pueda ocasionar el tener que aceptar antes los demás que decidí terminar con mi vida, o de tener que ocultar esta verdad para inventarse una mentira piadosa que los salve ante la sociedad y la vergüenza de una muerte asistida. Vi agonizar a mi papá, sé de primera mano lo que es ese sufrimiento innecesario, cuando ya no hay posibilidades de hacer nada para salvar a una persona y se le tiene que dejar morir poco a poco. No hay lógica, ni moral, ni religión que justifiquen, para mí, agonizar sin posibilidad de cura. Alguna vez leí esto en pro de la eutanasia: “si tenemos la suficiente compasión con nuestras mascotas para dormirlas llegado el momento, ¿por qué no tenemos la misma compasión con nuestros seres queridos?” A parte de todos estos pensamientos, lo que realmente me asustó y lo que más me dolió fue el saber que tenía que avisarle a mi mamá que me iba a morir, esa sola idea me partió por dentro, me hizo llorar todavía con más fuerza y desconsuelo comparado con el llanto de los días pasados. No quisiera nunca tener que causarle ese dolor a mi madre, morirme antes que ella, y de ser así quisiera que ella lo tomara con la mayor tranquilidad y paz posibles. Además no tengo ni idea de cuál es su postura ante la eutanasia.
De los 40 años en adelante siempre he dicho que si me muriera ya me iría de esta vida bien servido. Creo que he hecho todo lo que he querido, de formas muy poco ortodoxas, y casi siempre afuera de “lo correcto”. Entendí que todo lo bueno y todo lo malo que he hecho, ya fue, que no tiene caso arrepentirse de nada, ya que no hay nada del pasado que se pueda cambiar. Mi único pesar sería no haber leído más libros, no haber viajado más, y ya. A life with no regrets, lucky me. Por otro lado, sí que he bailado mucho, sí que he viajado mucho, he vivido en 5 países, conozco dos continentes casi por completo, he tenido mucho sexo, muchísimo, miles de amantes y nada de amores, tengo una red de apoyo de gente súper valiosa, he aprendido a cocinar muchas delicias con los cuales me he deleitado a mí y a mi gente por décadas, aprendí a tiempo a sólo tomar dos o tres caballitos de mezcal y no más, a mezclar en el mixer la música que me gusta, estoy repleto de cine y de uno que otro libro interesante. He caído y he salido de dos adicciones mortales, he sufrido y he hecho sufrir a otras personas, he reído y he hecho reír a otras personas, he gozado y he hecho gozar a otras personas, he llorado y he hecho llorar a otras personas, no soy ni bueno ni malo, pero por sobre todo me he permitido ser quien quiero ser. No he hecho ninguna fortuna ni la necesito, he sido dueño de mi tiempo durante toda mi vida adulta y eso vale más que todo el oro del mundo. Mi vida ha sido un altar al hedonismo, no le encuentro otro sentido a la vida sino procurarse el placer por el placer mismo en su más amplio sentido, rayando en un egocentrismo que por un lado no está tan mal, y por el otro sí que está mal.
Pasó el jueves, yo traté de estar lo más en paz que puede. Seguía sintiéndome mal. Volví a tener temperatura de más de 37 grados en la noche. Tos, flemas, mocos, otra madrugada con la playera y almohada empapadas… con mis pensamientos y sentimientos ya un poco más en orden.
El viernes de la semana pasada me desperté de nuevo cansado, sin energías, y por fin tuve fuerzas y cabeza para consultar a más especialistas y pedir más opiniones. Días antes en mis delirios de la fiebre contacté a algunas pocas amistades diciéndoles que me iba a morir pronto. Empezaron a contactarme mis amistades. Ese viernes no sabía ni por dónde empezar a buscar otras opiniones médicas. Tengo un grupo en WhatsApp donde están varias amistades que son médicxs, les escribí contándoles todo lo que he narrado arriba, le escribí a mi tía Cheli, la Dra. de la familia, quien me dio una receta contra una posible infección de las vías respiratorias, dijo que fuera con un especialista y que revisara su tratamiento con mi Dra. de cabecera para descartar posibles contraindicaciones en los medicamentos. Mis amistades me dijeron que ese diagnóstico de la inmunosenescencia estaba mal planteado, y que era erróneo. Como mi Dra. de cabeza no lo refutó en su momento creí que era cierto. Mis amistades en WhatsApp me recomendaron empezar a tomar una serie de suplementos para ayudar al sistema inmune. En Internet di con la Fundación Mexicana contra el SIDA, los contacté. Contacté de nuevo a mi Dra., le dije que la fibre seguía, me pidió vernos el lunes en la mañana, el Dr. de la Fundación me citó para el lunes en la tarde. Pasé el fin de semana reposando, con fiebre o febrículas por las noches, caldos de pollo, muchos líquidos, sueros, etc. Todas las madrugadas seguía despertando con la playera y la almohada empapadas de sudor. Me mentí al Internet y leí todo lo que pude sobre CD4s alrededor de los 300, inmunosenescencia, VIH y co-infecciones, etc. Toda la información que leí me fue tranquilizando, el panorama de una muerte inminente se fue desvaneciendo poco a poco.
No fue sino hasta el lunes que fui a recoger unos resultados pendientes de hace meses de unos cultivos de hongos de mi líquido cefalorraquídeo que salieron negativos, y después de salir de la consulta con el Dr. de la Fundación, en que estuve seguro que todo esto que les describo no era mi realidad, que no estuve ni estoy en peligro grave de morir pronto, que lo que pasó es que se juntaron casualmente 3 situaciones casi al mismo tiempo: un resultado de CD4 de 336, una infección de una nueva cepa del COVID, influenza o lo que haya sido... y un diagnóstico poco probable de inmunosenescencia de un joven médico sin experiencia. Yo no acusaría al doctorcito de negligencia, sino de falta de experiencia. Pero de que me dió el susto de mi vida, me lo dió. What a fucking week! Mejor tomo todo el aprendizaje que esta experiencia me ha dado, para mí esta fue la primera llamada de la muerte. Le decía a mi terapeuta ayer, no sé como le hice para volver al control y arreglar esto paso a paso, pero lo hice.
De que me voy a morir, me voy a morir, como tú, y como todas las personas habidas y por haber. Pero no todavía. Vuelvo a la tranquilidad con la que la mayoría de las personas vivimos, de saber que vamos a morir pero de no saber cuándo. Llevo dos días con una temperatura estable al rededor de los 36 grados. Dos días con apetito y recuperando mis energías cada día más. Llevo dos días con la seguridad de que me pondré bien y que la vida sigue para mí, unos años más, unos 20 o 30 años más, o incluso pocos más... o menos de 10, o 3 o los que sean, eso no importa ya.
Pero si me llegara a morir pronto por lo que sea, solicito en primer lugar que alguna alma caritativa por favor se haga cargo de la Gran Emperatriz Aceituna, en mi memoria y como un favor póstumo para mí, alguien que vele por su Majestad Imperial para que no pase penurias ni maltratos. Me gustaría saber que Aceituna quedará bajo los mejores cuidados, que no le faltará nada, y que habrá alguien para cuidarla hasta que muera. Es curioso cómo uno se puede preocupar más por una mascota que por cualquier otra persona. En este caso, sólo mi mamá tiene un lugar por encima de Aceituna. Pero mi gata está por encima de todas las demás personas, no había jamás reparado en esto.
Luego, les comparto mi deseos para mi funeral: me incineran por favor, contratan un par de marimbas para que toquen non-stop la música que ustedes quieran. Me gustaría que en mi funeral se sirva ceviche y cerveza. No vayan a velarme de cuerpo presente por favor (y si lo hacen, entonces con el ataúd abierto e inclinado a 45 grados con una marimba de cada lado, para que todas las personas que asistan me vean bien muerto a huevo). Por eso mejor me ponen en mi cajita feliz hecho cenizas, con una foto al lado si quieren, de cuando fui joven y guapo de ser posible. Luego esparcen mis cenizas en 3 lugares donde he sido muy feliz: en el parque frente a la casa donde crecí, en el Lago de Chapala, y La Bahía de Tenacatita. Sino fuera mucho pedir. Si me muero en muchos años espero tener a la Emperatriz Aceituna incinerada para ese entonces, nos ahorramos el paso de buscarle tutor, y todo lo demás quedaría igual para mi farewell party. Espero en que mi funeral se cuenten chistes, chismes, se baile, se me de la espalda sin problema, se toquen melodías hermosas en las marimbas, y sea una fiesta alegre, recordando que si algo he hecho bien en esta vida es pasarla bien.
5 comentarios:
Sigo sin procesar un montón de cosas, puedo sentirme horrible de haber estado tan cerca pero tan lejos, lejos de saber que ese tsunami de fatalidad te estaba ocurriendo. Perdóname Álvaro si en algún momento no fui empatica o si obré mal en algo.
Agradezco a la vida por esta loca coincidencia y admiro enormemente la capacidad que tuviste y estás teniendo de darle la vuelta al miedo, al dolor y al mismísimo amor.
Gracias por compartir, por la confianza, por ser un espejo. Y no cualquier espejo.
Mano, siento que se vislumbran más cosas por aprender de todo esto, como si estas últimas semanas fueran apenas el comienzo de una nueva etapa, nueva chance de reinventarse.
Siento que aquí aplica eso de “lo que no te mata te hace más fuerte”.
Tu baby si que tienes mucha vida por vivir! Eso hay que celebrarlo.
Nunca esperas un mensaje así, es impactante, difícil procesar algo que no esperas, estoy en shock de saberte haber vivido esto y no haberlo sabido en su momento. Tenemos ya algunas experiencias muy gratas en relativamente poco tiempo y siempre cada día contigo te aprendo mucho, te aprecio y te quiero, eres importante en mi vida en muchos aspectos, eres un gran maestro de la vida. Sin embargo no me es ajeno tampoco lo que has vivido, he estado cerca de la muerte y he estado cerca de los que han partido y eso me ha marcado y ha hecho pensar en el día que yo me sienta cerca de partir. Comparto la misma idea exactamente la misma idea que tú mi querido amigo, gracias por compartir por decir, es lo mejor que podemos hacer. Comunicación y hablar derecho, tu siempre en la vanguardia siempre siendo tu. Compartamos esto y muchas cosas mas. Gracias querido amigo gracias por tenerme en tu vida .
No sé quién seas, pero no era necesario ser empático ni nada en su momento no sabía ni qué hacer con la información yo mismo mucho menos así compartir Pero bueno aquí sigo y seguiré un rato más
Como dirían los tatarabuelos de nuestros abuelos: aunque sea jade se rompe... solo un poco aquí / y después qué? La vida es sueño y los sueños sueños son... tal vez para despertar hay que dar el paso al vacío, sentir el fuego tatemando los pies, calentando al ser para la eternidad, como lo has contado: la muerte ritual; te abrazo, te siento y te felicito porque uno vive para morir diariamente, y hay que hacerlo con dignidad y voluntad, que cada paso que des sea sagrado y que cada suspiro el recuerdo de un fin para abrazar una nueva inhalación, te quiero y te espero siempre. Fidel.
Soy de tu mismo Club. Muerte digna cuando une no quiera pasarla mal por su condición inmune. Te mando un enorme abrazo.
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